Dónde está la dignidad

CARLOS CONCHA JIJÓN

Tal vez podríamos afirmar que se ha perdido la dignidad, porque en el diario vivir de nuestro pueblo podemos dar fe del hueco profundo en que hemos caído, puesto que los asaltos, el crimen, violaciones, la corrupción, la política, delincuencia organizada, tráfico de influencia, lavado de activos y una serie de actos que se apartan del comportamiento correcto que debe primar en el buen vivir, respetando los hoy desaparecidos espacios de cada persona.

Estamos cubiertos por una niebla tenebrosa, en la que se desarrolla una cruel realidad, que se identifica con una conducta equivocada de la sociedad, inducida por un doloroso y frustrante comportamiento moral. Nos hemos alejado inconcebiblemente de los principios ético-morales, irremplazables como guías para determinar lo bueno o lo malo, lo correcto o lo incorrecto, sin poder penetrar en un estatus de loables sentimientos, que nos permitiría ser virtuosos, rebosantes de dignidad y el pleno goce de felicidad y satisfacción, como fieles cumplidores del deber dentro de la colectividad.

Pero cuando nuestro comportamiento como seres humanos falibles nos hace equivocar en una sociedad, olvidándonos de una serie de normas que son calificadas de buenas, significa que hemos entrado en un campo que desplaza a las fuerzas morales hacia un horizonte errado. Creo que resulta un imperativo volver a sembrar en la mente de la colectividad, semillas renovadas de educación sobre la moral, la ética, el deber, el derecho, lo bueno, lo malo, la libertad, la bondad, la Patria, etc.

Tenemos que valorar a las personas, crear un sentido de responsabilidad en el cumplimiento del deber, el respeto ineludible a los demás y aferrarnos a los derechos y libertades dentro de un juego democrático. Debemos procurar a toda costa que muestra personalidad se mantenga firme para poner un alto a los halagos, que son pura vanidad, como también rechazar los agravios, para salvar la dignidad.

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