Competencia estratégica

Bastaron dos décadas para que China reafirme su presencia en América Latina, convirtiéndose en el principal socio comercial de Ecuador y otros países de la región. Las relaciones bilaterales en 2017 alcanzaron 244.000 millones de dólares. El subcontinente es estratégicamente relevante para el gigante asiático.

Desde que el republicano Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos, adquirió un tono antagonista hacia México y el sur le fue indiferente.

Fue la primera vez en veinte años, que el mandatario norteamericano, no participó en la Cumbre de las Américas. Mientras, China inauguraba su nueva base espacial en Argentina.

Cerrar la frontera con México pondría a prueba los límites de la postura amigable de López Obrador. Trump declaró que eliminaría la ayuda para los tres países de Centroamérica, debido a que no han podido frenar el éxodo masivo de migrantes hacia Estados Unidos.

En el tema de las drogas, adopta una postura con el fin de apuntalar el apoyo de su base política para la campaña. Claro ejemplo, la última reunión con el presidente colombiano, Iván Duque, quien se comprometió a adoptar una estrategia respaldada por Estados Unidos para reducir los niveles de producción de cocaína.

Además de buscar el voto latino, alguien le hizo entender que en la estrategia electoral para su reelección con miras al 2020, debe colocar temas de interés, aunque polémicos, como inmigración, comercio, drogas, México, Cuba y Venezuela.

Desde enero del 2017 a la fecha, al parecer, comprendió que el creciente interés de Pekín en la región podría acabar convirtiendo a Latinoamérica en el nuevo campo de batalla para la competencia estratégica entre Estados Unidos y China.

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