Se hizo la oscuridad en pleno día

Pablo Vivanco Ordóñez

En medio del ambiente somnoliento propio de transporte urbano en hora pico, que aletargado transita por avenidas tullidas de automóviles con poca gente y de buses repletos de ciudadanos, viajan con poca luz, los oficinistas y estudiantes que van intentando hacer una congestionada siesta hasta que los motores echen a andar de vuelta. Los niños, seres a los que la curiosidad gobierna y la energía no consume, en medio del tráfico de piernas que se forma en el pasillo del bus, escabulléndose van y vienen sin problema para conversar un rato con su madre, forcejear una funda colorida con su hermana, para luego volver a su –al parecer- divertido recorrido.

Desde la claridad de la tierna intrepidez de quien llamaremos desde ahora Orlando, se volvían los ojos a la esperanza del mundo. Él hacía que su madre le llame la atención repetidas veces, hasta que ella recurrió al apretujón del brazo para que no vuelva a su andar. Orlando, en edad escolar, abrazando fuerte la pelota bajo el brazo, comentaba con su mamá que quería que le haga el pelo como su amigo Junior: “así mami, los pelos para arriba pero para atrás”. Se notaba en su ánimo una ilusión por un estilo similar al de su amigo. Después, en conversación telefónica con su padre le pedía: “mañana sí me compras los pupos, papi, mañana sí”. Era feliz en la noche y aún en el cansancio de su madre.

Desde otra latitud, bajo el mismo cielo ecuatorial, se hacía la oscuridad en pleno día. Un niño de un año ocho meses, según reportes de Fiscalía, era ofrecido por su padre para explotación sexual; las negociaciones frisaban el abuso por amargos veinte dólares. Las diligencias permitieron detener al padre del niño y al potencial violador de su crío. El niño, despojado de las garras sangrientas inhumanas de su padre, no volverá a driblar con la misma tranquilidad de Orlando la congestionada avenida de piernas gigantes plantadas en el pasillo central de un bus urbano. Mirará con desdén a la gente.

Mientras tanto peleamos por el fútbol y la banalidad, cuando otros pelean por la vida y la sonrisa digna de la existencia. (O)

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