Rehabilitación social es la clave

Mediante un Decreto Ejecutivo, el presidente Lenín Moreno declaró el “estado de excepción en el sistema de rehabilitación social a nivel nacional”. La necesidad de tomar una medida de esta naturaleza es evidente ante lo publicado en los medios de comunicación y la incertidumbre social que ha creado este problema. El “estado de excepción” se mantendrá por sesenta días, al que a todas luces es insuficiente.

La población carcelaria es de alrededor de 41.000 personas. Sin embargo los niveles de delincuencia, pese a los grandes y costosos esfuerzos estales, siguen siendo altos y el ingreso de nuevos reclusos al sistema carcelario es constante y numeroso. Corre en paralelo la actuación del sistema judicial al que se le señalan crasos errores e inopia en el juzgamiento de muchos casos de delincuencia común.

La frase “rehabilitación” se usa al referirse a las cárceles, pero no refleja su realidad ni los resultados que se tienen cuando un recluso vuelve a insertarse en la sociedad. El Gobierno señala “las condiciones de habitabilidad” de las cárceles y un “desgaste por uso”. Esto es una parte del problema. No es suficiente con rehabilitar y ampliar los centros carcelarios, así como construir otros nuevos.

Se dice que nuestro sistema de rehabilitación social requiere un fortalecimiento inmediato, para proteger los Derechos Humanos de los reclusos. Además, la Constitución garantiza el derecho a su reinserción social y laboral. ¿Ayuda el sistema actual a quienes han estado encarcelados a encauzar su vida de forma apropiada? En verdad, el Estado y la sociedad no han hecho lo necesario para que estos principios se cumplan.


En las adversidades sale a la luz la virtud”. Aristóteles Filósofo griego (384 AC-322 AC)

Una virtud simulada es una impiedad duplicada: a la malicia une la falsedad”. Agustín de Hipona Obispo y filósofo (354-430).