Nueva esperanza

LUIS REINOSO GARZON

Hemos vivido en una ciudad sin ley, sin liderazgo, sin control, nadie respeta las elementales normas de convivencia social, mientras en el mundo se habla y se construyen ciudades verdes en la nuestra no se ha sembrado una sola planta que permita producir oxígeno, elemento necesario para la vida de los seres, convirtiéndose en la ciudad más deforestada sin los mecanismos de absorción de los gases tóxicos provenientes de una desordenada circulación de automotores que ingresan al centro, producto del congestionamiento que duran largos espacios de tiempo que contaminan el ambiente y consumen el poco aire que nos queda para respirar.

Nuestros ríos y causes hídricos contaminados con aguas negras mal olientes, convertidos en botaderos de animales muertos, llantas, plásticos, basura y estas aguas infectadas utilizan nuestros agricultores para regar sus cultivos.

Si usted tiene algún problema en la calle, no encuentre ninguna autoridad a quien recurrir; se ha observado trabajos que se realizan en la ciudad, pero no encuentra una sola persona que oriente el tránsito para tomar otras vías alternas; desorden que ocasiona pérdida de tiempo, contaminación, contrariedad de quienes nos desplazamos a realizar alguna diligencia; además hay vías en mal estado con irregularidades en la calzada, baches profundos que afecta a los automotores. A estos hechos se suman la cantidad de rompe velocidades ubicados sin ningún criterio técnico, cuando en la actualidad se encuentra en vigencia señales vistosas en la calzada que cualquier conductor que sepa leer y escribir estará en condiciones de advertir la presencia de tales señales.

Los barrios en su mayoría están desorganizados, sin directiva, no ha existido una relación directa con la Federación de Barrios, tomando en cuenta que la municipalidad nunca podrá realizar una buena obra sin el apoyo barrial, para cuidar sus bienes.