Engaños ¿inocentes?

POR: Fausto Jaramillo Y.

Hasta el momento de escribir este artículo, el Dr. Julio César Trujillo, se hallaba en cuidados intensivos de un hospital de la ciudad de Quito, debido a un derrame cerebral. A sus 88 años, el abogado y político de origen imbabureño se debate entre la vida y la muerte, recibiendo la gratitud del país por su tarea cumplida con honestidad y honradez.

Por estos días, la televisión ecuatoriana está transmitiendo un spot publicitario de una conocida marca de vehículos, en el que una madre acude, en su carro, a retirar a su hija de la escuela. La niña sale arropada con un impermeable y con un sombrero contra la lluvia, acompañada de su profesora. En la puerta de su escuela se separa de la profesora y se dirige al automovil donde le espera su madre.

Tras sentarse en el asiento delantero, la niña se saca el sombrero y el impermeable y riéndose choca su mano contra la mano de su madre que también ríe pícaramente. En la siguiente escena, la niña y su madre se encuentran, en un trancón, mientras pasa la profesora por la vereda de la calle. La profesora se asombra mientras la madre gira la cara avergonzada y la niña se hunde en el sillón.

La voz del locutor, muy alegre y confiado proclama que si (el comprador del vehículo, o compradora) quiere tener más aventuras con sus hijos, debe adquirir un carro de esa marca.

La apología del engaño está presente en dicho spot. Es el reflejo de lo que diariamente sucede en nuestra sociedad. Son los padres, en este caso, la madre, la que con sus actos enseña a sus hijos a mentir y a engañar, justificando tales actos con cualquier pretexto; en este ejemplo, con la búsqueda de aventuras con sus hijos.

La pregunta surge espontánea: ¿y su obligación de acudir diariamente a la escuela y participar de las clases? ¿Quién le “acolita” en el engaño?

Si pensamos en el número de ocasiones que se ha transmitido dicho spot, y lo multiplicamos por el número de padres de familia que suponemos lo habrán visto, veremos que es muy elevado el resultado y, lo más grave, nadie se ha quejado. A todos los ecuatorianos les ha parecido “normal” y hasta “simpático” dicho comercial.

Entonces, ¿por qué nos asustamos con la ola de corrupción que ahora se está develando ante nuestros ojos? Acaso, ese engaño “inocente” no es una muestra evidente de la forma como una inocente criatura se inicia en la trafasía y la mentira.

La educación no es únicamente la transmisión de conocimientos. La educación es la etapa de la vida en que los pequeños seres humanos se preparan para insertarse en la vida de una sociedad, respetando las normas y honrando los valores.