Nomofobia, dependencia corregible

ATILIO RUGEL ALBÁN

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua: Dependencia es subordinación, entre una de sus varias acepciones, y Depender es estar subordinado a una persona o cosa, así como también necesitar una persona del auxilio de otra. Es verdad que cada ser humano es libre de utilizar su tiempo sin que nadie le ponga interferencias en el camino; pero lo que no es correcto es que casi la mayor parte de las horas del día las utilizan en monitorear los celulares, lo que naturalmente a pesar de la utilidad que tienen estos instrumentos significan perder el tiempo que es precioso.

Cuando usted toma un transporte público, la mayoría de los pasajeros van concentrados en el manejo de sus celulares y se vuelven insensibles a lo que pasa en el entorno de ellos, pudiendo observar gestos de sonrisas que brotan espontáneamente por todo lo que escuchan a través de las redes sociales y el WhatsApp, al menos, que contesten una llamada formal de un familiar, lo cual se justificaría. Yo no entiendo, cómo puede haber profesores que permitan que en horas de clase exista la manipulación de celulares que se convierte en una distracción de naturaleza ajena al contenido del aprendizaje, situación que debe corregirse y prohibirse, así como también que un padre de familia no le haga entender a sus hijos que deben dedicarse al desarrollo de sus tareas escolares que es una opción beneficiosa.

Expreso esto porque escuché quejarse a padres de familia que los hijos tienen bajo rendimiento escolar, pero esto tiene una respuesta justa. Cuando los progenitores, además que utilizan el mayor tiempo en su trabajo, pierden el contacto con sus hijos y cuando los hogares son disfuncionales la situación se vuelve más compleja. Es necesario buscar un momento más adecuado en días no laborables, para que en una conversación amigable, los padres de familia den un mensaje que logre persuadir y entender que hay que rescatar el tiempo mal empleado y la sociedad conoce los grandes males a que conlleva la demasiada libertad, porque esto permite aprender vicios no propios de la edad del niño y adolescente en una sociedad que está contaminada por las drogas, a lo que se suma la exhibición de películas y novelas cuyos mensajes no tienen nada de positivo y lo peor es que se las realizan en horas no permitidas donde nuestros hijos no deben participar.