Yo no sé mañana

Nicolás Merizalde

Nuestra generación será testigo de un nuevo parteaguas en la historia de la humanidad. La irrupción de la Cuarta Revolución Industrial nos alejará del mundo que conocemos y dónde nos lleve es un misterio. Más aún en la delicada situación en la que la tecnología está por dar a luz al futuro.

La globalización, tan maravillosa y polémica está en una encrucijada surgida de la batalla que China y USA están librando sigilosa, aunque no tan indirectamente. Que China pueda crear un sistema operativo propio, sin Google y 5G; es el desafío más grande que la globalización deberá enfrentar en los próximos años. Para no sacrificar el desarrollo en una guerra comercial, USA debe colaborar y dejar de congelar sus inversiones y contratos con las empresas del gigante asiático. Eso supone, desde luego, un cambio en la hegemonía a la que hemos estado acostumbrados. De lo contrario, es posible que los países tengan que tomar partido y ese universo infinito que hoy es internet se vea fraccionado, en una guerra fría de la red.

Son tantas las piezas, los desafíos, las estrategias que la actualidad ha removido y complicado no solo en este tema sino también en las superestructuras que parecían fuertes e imparables como la UE, hoy asediada por sus detractores y desde dentro. ¿Qué reformas, pactos y líderes lograrán responder? No podemos saber lo que nos depara el futuro, pero sí apostar por más cambios sin echar por la borda las cosas buenas que se han logrado.

Es triste la condición humana, y más la de esta generación irreflexiva y acostumbrada a lo inmediato. No quería dejar pasar este espacio sin reconocer la vida de Julio César Trujillo, y al hacerlo pienso en cómo al igual que no podemos descifrar el futuro tampoco nos va muy bien con el pasado. Creo que aún no somos conscientes de lo mucho que hizo por nuestro país, y elevo mis gracias.