Grande Carapaz

Agustín Sánchez

El ecuatoriano Richard Carapaz tras ganar el Giro de Italia una de las competencias de mayor relevancia mundial en el deporte del ciclismo, hace honor al proverbio “Las grandes almas tienen voluntades; las débiles tan solo deseos”. Es que la historia de Carapaz se cuenta como la de cientos de deportistas nacionales, surgiendo del anonimato, lleno de sacrificio, sin apoyo de la empresa pública o privada, que consideran al deporte algo momentáneo olvidando que es una de las herramientas para sanear el desgaste social en que vivimos, mientras que para estos héroes deportivos esa disciplina es a la que apuestan para cambiar su dura realidad, la de sus familias y de sus comunidades en las que se criaron. Y si, ahora somos muchos quienes nos subimos a este triunfo de un ecuatoriano que creó y aprovechó sus propias oportunidades, convirtiéndose en un digno ejemplo de constancia y disciplina para todos, independiente de la actividad que realicemos.

Pero como todo en la actualidad se “reditiza”, la hazaña de este gran deportista ha sucumbido en el mundo de la opinión sin filtros en la que aparecen los mayores críticos de redes sociales, con la que se ha pretendido llevar inclusive al plano político cualquier actuación de reconocimiento público, mereciendo sus declaraciones en las que claramente señala que esta victoria le pertenece a él y a su familia, un mensaje claro y contundente, especialmente a los entes deportivos responsables que no han podido canalizar adecuadamente los recursos para potencializar las disciplinas deportivas, apareciendo exclusivamente en los momentos de gloria.

Entre los tantos comentarios y opiniones vertidas alrededor del triunfo de Carapaz, existen algunas que exceden la racionalidad, como manifestar que los recursos del deporte son un desperdicio y que deben destinarse a programas de inversión pública donde los resultados positivos son más controlables, o decir que al competir en el equipo Movistar y al entrenar en Colombia, no representó a su país Ecuador. Así demostramos públicamente esa visión miope frente a lo que realmente necesita la humanidad, un crecimiento y desarrollo integral del ser humano. Que se sumen no pocos sino todos a esta “locomotora” del triunfo, pero para impulsar programas de desarrollo deportivo sostenible, de donde surjan muchos personajes como el gran Richard Carapaz, Jefferson Pérez, Antonio Valencia, por mencionar algunos, a ver si así recuperamos la verdadera esperanza de cultivar la esencia de los valores que tanta falta nos hace ponerlos en práctica.