Independentismo

De manera permanente hemos tenido la constante postura de ciertos políticos o activistas que buscan un Guayaquil independiente, bajo los justificativos que el puerto principal cumple con las condiciones suficientes para autosustentar sus necesidades sin “subsidiar” a otros cantones que no ha sabido generar escenarios de desarrollo. El análisis nos lleva a tratar el tema sin apasionamientos, pues para nadie es ajeno que en el país el proceso de descentralización tan anhelado camina a pasos de tortuga bajo la sombra de un poder político que busca controlarlo todo, es suficiente con tratar de entender la función de las direcciones zonales o provinciales de los distintos ministerios que no tienen la facultad de resolver prácticamente nada, y centralizan toda decisión en sus matrices.

El debate lo han centrado en el regionalismo, para así confrontarnos y dejar las cosas como están. Es que el regionalismo nace desde el propio gobierno central, recordemos en el anterior periodo presidencial con el que se generó en pocas cuentas una doble administración municipal en Guayaquil, una a cargo del Municipio y otra a manos del gobierno central, en un puro afán político en pelea de territorios. Como recordatorio, medios de prensa escrita registran una inversión de más de $790 millones en obras en el año 2016 para Guayaquil, situación que no necesariamente estuvo mal, pero si es necesario conocer cuáles fueron los criterios técnicos, económicos y de priorización de gasto frente a las necesidades de varias zonas del país que presentan condiciones de extrema pobreza. Y así podemos poner varios ejemplos en los que el gobierno central solo ha tenido ojos electoreros destinando recursos para obtener réditos políticos y no de verdadero desarrollo local.

La solución no está en separar a Guayaquil o Quito y convertirlos en independientes, quizá si es momento de pensar si la fórmula de estado unitario ha tenido buenos resultados, pues se supone que la intención del constituyente en la conformación de regiones se orientaba a una descentralización más objetiva y clara, lamentablemente nunca terminaron de consolidarse y únicamente generaron un crecimiento de burocracia centralizada que no soluciona los grandes conflictos poblacionales. Sin embargo, tampoco es conveniente descartar la idea de crear un estado federal, con condiciones estrictamente equitativas y claras que rompan finalmente el centralismo del cual la mayoría de habitantes nos hemos convertido en esclavos.