La cárcel desde los ojos de dos guías penitenciarios y un hombre con libertad condicional

El balance de un mes desde el Estado de Excepción y la emergencia en las cárceles del país es: 11 asesinados, 19 agentes del GIR secuestrados, 4 fugados y cientos de problemas.

Se ha hablado mucho desde afuera, pero se torna importante entender qué pasa adentro. La Hora conversó con dos guías penitenciarios, que, por miedo, hablan desde el anonimato, pero exigen cambios urgentes. También con ‘Richard’, un joven que está en libertad condicional, desde hace seis meses, y revela cómo es estar en prisión en Ecuador. (PCV)

Dos guías activos

La única arma que tiene el guía penitenciario es el valor. Dentro de las cárceles, cada uno vigila a más de 500 internos, que viven hacinados, mal alimentados, enojados y sin visitas.

La falta de personal es evidente y la violencia es incontrolable porque no tenemos ningún recurso. Hace dos años teníamos pistolas eléctricas, que servían para neutralizar, pero nos quitaron porque iba en contra de los Derechos Humanos.

Las mafias están por encima de todo y eso no es nuevo. Ha sido igual desde hace siete años que ingresé al sistema, recién graduado de la tecnicatura de la ESPE. Trabajé en la cárcel regional de Guayaquil, en la Penitenciaría del Litoral, en ‘La Roca’ y, hace varios meses estoy en la regional de Latacunga. En los centros, la corrupción está en todos los niveles: altos mandos, administrativos, policías…

Antes también había riñas y muertos, pero ahora sale a la luz porque los internos están cansados de las condiciones en las que viven. El problema es que todo es negociado. Por ejemplo, el Estado invierte mucha plata en comida de mala calidad, que no se le daría ni a los perros.

Ponen a los militares en los exteriores, pero adentro hace falta gente preparada. Ninguno de los policías, que supuestamente refuerzan la seguridad, está entrenado para trabajar ahí. Para ellos es como una pasantía, una prueba de seis meses o un castigo.

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guías hay en las cárceles.Todo eso se evidenció cuando los agentes del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) fueron secuestrados por los presos de máxima seguridad de la regional de Guayaquil y lo que no se dice es que fue un guía el que logró negociar para liberarlos.

Se supone que, después de los seis muertos en la Penitenciaría, la Policía tomó el control de los pabellones ¿Qué hicieron ahí? ¿Requisaron o dejaron armas para que asesinen al ‘Cubano’?

El 11 de junio no murió un prisionero más, murió un líder de la mafia. Es lógico que fue pagado y no estamos hablando de cientos de miles de dólares sino de millones. A muchos que han hablado de la corrupción los han despedido y, como la carrera que nos hicieron estudiar es solo para agente penitenciario, no pueden conseguir otro trabajo. Todos tenemos ese miedo.

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presos hay en las cárceles, según el decreto
ejecutivo 754Yo tenía nombramiento y me hicieron firmar un contrato que puede acabarse cuando ellos quieran. Trabajamos en turnos de nueve días y ahora nos han dicho que, por la emergencia, vamos a trabajar un día completo y a descansar al siguiente. Tienen que pagarnos horas extras pero no nos pagan a tiempo. Ya se acaba junio y a mí me deben desde enero.

No tenemos estabilidad laboral; vivimos con el riesgo constante de que, en algún altercado, caigamos presos por actuar o nos maten. Hasta la repartición de la comida es un caos.

Pedimos que nos den la dotación necesaria; que nos paguen a tiempo; que tengamos sueldos dignos y que contraten más personal. ¿Qué va a pasar cuando se termine el Estado de Excepción? ¿Nos quedaremos, otra vez, a la deriva?

Un exconvicto

El encierro te produce pánico, ansiedad y desconfianza. En abril de 2016 me condenaron a tres años y cuatro meses. Tenía 21 años y primero estuve en la cárcel de El Inca, en Quito. Aún no existía el Economato (supermercado dentro de la prisión) y las familias llevaban canastas y dinero para las cabinas telefónicas. La comunicación era muy difícil, pero si tenías dinero le comprabas una máquina (celular) a los guías o les pagabas para que te pasaran desde afuera. Te cobraban $20 o $30 la pasada y, si querías con cargador o audífonos, el precio aumentaba. Tú familia dejaba en una tienda, en la calle, y ellos lo metían a la cárcel. La comida era pésima y si querías que un guía te pasara un pollo, te costaba 20 dólares y, a parte, tenías que comprar uno para él.

Por cada 10 reclusos debería haber un guía.

Después de seis meses me llevaron a la cárcel de Latacunga y fue un cambio radical. Por los filtros de seguridad, las cosas cuestan más. Un teléfono chimbo vale 500 dólares, uno mejor 1.500. Por pasar droga te cobran desde 300 dólares.

A los que controlan la venta de droga les dicen ‘tíos’ y las bandas se agrupan en ‘naciones’. Están los ‘Vatos’ ‘Locos’, los ‘Latin Kings’ y los ‘Ñetas’. Ellos son de los ‘Choneros’ y los ‘Cubanos’, pero así más se los conoce afuera. Adentro, hay adictos a la marihuana, al polvo o a la cocaína. Les dicen ‘polillas’ y tienen full problemas. Les piden fiado a los ‘tíos’ y ahí es cuando hay riñas.

El encierro te produce sueño y como no tienes nada que hacer, solo quieres dormir. Esperas a que el tiempo pase y miras las horas. También te produce tristeza porque no sabes si algún día saldrás, si vas a salir vivo.

A nivel nacional hay 40% de hacinamiento.

Estuve en el Pabellón B2A, de mediana seguridad. Lo que más extrañaba era la comida. Bajé mucho de peso. Llegué a pesar 50 kilos y nadie me reconocía. Solo el martes es de Economato.

Tu familia te deposita en una cuenta 50 dólares al mes, 12,50 a la semana, pero no es suficiente. Si no alcanzaste ese día, tienes que comprar en las ‘tiendas’ ilegales del pabellón. Una cola y una funda de pan, que valen 2,35, te venden a 5 dólares. Pasábamos mucho tiempo encerrados porque siempre había acuchillados, a veces por deudas o por peleas.

En la cárcel pierdes tus derechos, tu humanidad, tus conocimientos. Nadie te ayuda y, si quieres verla como una oportunidad, tienes que ayudarte tú mismo.

La única forma de hacer amigos o enemigos adentro es jugando parchís. Eso hacíamos con un chico de 27 años que entró después de mí. Se llamaba Richard. Un día de visitas, me dijo que quería seguir estudiando y yo le dije que tranquilo, que esto lo íbamos a superar. Llegó la hora del encierro y nos dijimos hasta mañana. Dicen que fue a las 02:00. Amaneció muerto. La causa de muerte fue asfixia por estrangulamiento. Adentro no hay separación, los guías te ponen en una celda ‘al ojo’, depende de la suerte.

Ahora me veo como otra persona, si hay algo que aprendes del encierro es a valorar el tiempo con tu familia. Lo más duro afuera es adaptarse. Al principio tenía miedo de la gente, de los ladrones, pero más de los policías. La cárcel me va a perseguir de por vida.

Un refrán de la cárcel:

Señor, cuando me muera, solo me toca ir al cielo, porque el infierno ya lo viví aquí.

Una regla de la cárcel:

Nadie puede juzgar tu delito, pero, si caíste por “violín” (violación), a modo de justicia, te violan.

Personajes de la cárcel:

Los ‘come muertos’ son los que no tienen esperanza de salir. Están condenados para 25, 30 años. Prefieren asesinar para que le des gramos de droga.

Los ‘polillas’ se roban todo, hasta los cables, para hacer las conexiones y cargar los teléfonos celulares.

Las movidas en la cárcel:

‘11 11’ grita el encargado cuando viene alguien, para que todos guarden los celulares.

Cuando alguien se une a una ‘nación’ le marcan en el hombro con las iniciales. Cada miembro debe “saltar” cuando hay alguna pelea.

El ambiente en la cárcel:

En Latacunga, en cada etapa, hay un parlante grande para 300 personas.

Todo el pabellón tiene instalaciones para el agua, pero los presos guardan los celulares y la droga en las tuberías y se dañan.