Esta política, ¿hasta cuándo?

La política (nuestra política) no puede ser un fin en sí mismo. No se trata de hacer política para demostrar que el sustento ideológico de esta y su regulación pragmática son eficaces, y con ello refutar y contener a otras visiones políticas. Tal concepción ha llevado siempre a un triunfo pírrico, con un costo exorbitante en cuanto a sacrificios físicos y mentales, desgastes de vidas y laceración del espíritu de una colectividad humana.

La política debería ser un medio atemperado a unos objetivos que, guiándose por la esencia y los propósitos de la existencia de los seres humanos, permita de la mejor manera, que la vida se cumpla en plenitud de posibilidades. La mejor política es la que más vida digna y cabal consiga. Una política enfocada a su propio sostén y justificación antes que al bien común verdadero solo se sostiene por un inmenso aparato burocrático. Tal “aparato” se esfuerza por prevalecer y está imbuido de que cualquier estrategia es buena si ayuda a que ellos, los “hombres y mujeres que se creen columna vertebral de la sociedad”, son los que “saben” y deciden. Los elegidos no solo deben esforzarse en asumir esa visión, sino en lograr que los demás la acepten y sigan como la única deseable.

Esto se complementa por la construcción minuciosa de un enemigo potencial que siempre está acechando y decidido a destruir todo lo bueno que se haga. Es necesario que ese enemigo se interiorice y se haga sentir como una sombra que permanentemente sigue a cada individuo. Esa ha sido la conducta característica e inamovible de los políticos nuestros cuando alcanzan el poder.


La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”. Martin Luther King Religioso estadounidense (1929-1968)

Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”. Mahatma Gandhi Político y pensador indio (1869-1948)