De la luna al Ecuador

Nicolás Merizalde

Estamos celebrando 50 años de la llegada del hombre a la luna. Evidentemente fue un acontecimiento, que hoy simboliza un punto de partida. Cuánto ha cambiado el mundo desde aquel día, sobre todo al hablar de ciencia y la tecnología. Vivimos el nacimiento de una época nueva, huérfana de muchas cosas, incluso de ideas, pero imposible desligarla de nuestra total dependencia de la tecnología.

Mucho de ese desarrollo se lo debemos a los avances de la década del 60, cosas que hoy nos parecerían algo arcaicas continúan siendo la base del último grito de la modernidad, y de lo mucho que nos traerá. En Ecuador también somos parte de este movimiento global; hace poco conocí el proyecto ‘Robotic Minds’ que trabaja con niños desde los 6 años construyendo robots y que ha ganado numerosos premios a nivel mundial superando a Japón, China y Estados Unidos con una gran solvencia y trayendo muchas glorias que la prensa y el pueblo, que no siempre es tan sabio, no toman en cuenta. Esa era una de las pocas, quizá la única, queja que esta organización apasionada y entregada a una labor prodigiosa, hace notar.

Quienes estuvieron atrás de esa proeza científica del 69, hoy nos han recordado los dos puntos clave de su éxito: el trabajo duro y la ausencia de miedo. Puede que no sean dos cosas comunes en nuestros días, pero no es algo que le haga falta a ninguno de los miembros de ‘Robotic Minds’ ni a ninguno de los ecuatorianos que entregan su vida a otras tareas exitosas que no están en la sección de deportes o en la crónica roja. Lo que de verdad necesitan es que confiemos en ellos, los respetemos y valoremos realmente y eso quiere decir que creamos en nosotros y nos respetemos y valoremos de verdad. Solo así, el trabajo duro y la ausencia de miedo, dejarán de ser una triste novedad. Aplica también para los deportistas, desde luego.