El hábito no hace al monje

Yadira C. Torres

Algunos sostienen que la primera impresión es la que cuenta, y es que la importancia de causar buena impresión puede ser determinante en la consecución de un propósito. Pero, que defraudante resultan ser, cuando son artificiales y engañosas, hablo sobre la ventaja que gozaba el Sacerdote Tuárez sobre los demás candidatos al CPCCS; y, es que en la credulidad de limpiarnos en parte de la podredumbre que día a día hace cedazo nuestra conciencia, nos encandilamos con lo que creíamos destellos de honestidad, verdad y espiritualidad; y confiados seguimos un perfil clerical que direccionó a su antojo el sentimiento religioso, me incluyo, no porque haya contribuido con mi voto a este personaje para llevarlo al poder, sino por ser parte de este pueblo corroído por la felonía. La humildad que por empatía asimilamos, quedó pisoteada por credulidades honoríficas, distantes de los votos de pobreza. Que desinflada nos pegamos cuando la farsa cayó del cuello levítico en el que pretendió esconder a la rastrera deslealtad para con la que creíamos, su ideología de vida.

Experiencia que nos lleva a meditar sobre la ilimitada codicia de poder, sobre el hecho de vivir en una época oscura y nefasta donde el alimento son mentiras y sinsabores. A sacar lección, no juzgar a partir de las apariencias, ya que cuando son artificiales llevan a tropiezos; debemos darnos la oportunidad de conocer la verdad de forma más profunda. En el caso que nos atañe las cualidades que debieron ramificarse en este cargo, fueron profanadas por quien debía haber custodiado con pulcritud su particularidad.

Que el intento de escapar de imágenes putrefactas de actos de corrupción, no nos hagan resbalar nuevamente en la visualización de apariencias sino de hechos. Porque como sabemos, ‘El hábito no hace al monje’. (O)

[email protected]