Nadie preguntará tus notas, sino qué sabes hacer

Andrés Ontaneda

Siguiendo la cultura de la civilización, las herencias antropológicas, genéticas y sociales, uno se prepara para acudir a la escuela, secundaria, universidad y hasta el cuarto nivel. Donde se nos instauró el modelo educativo prusiano basado en que las personas debe aprobar por niveles y obtener un grado de conocimiento con el fin de suplir las demandas del mundo moderno.

La mayoría de personas luchan por lograr una alta calificación en el sistema para poder aprobar su materia y al final de varios años lograr el famoso título universitario como símbolo de sabiduría. El siguiente paso, ir en busca de trabajo, y es aquí el primer fallo del sistema, que nos preparan para ser profesionales pero no nos enseña a pedir nuestro primer trabajo, ni a veces armar una hoja de vida. Sin embargo, el costo oportunidad de ingreso al mercado laboral es alto.

Las oportunidades laborales son cada vez más escasas, y el título no es el problema, sino cómo comportarse en el trabajo, es el problema. Hoy en día mucha gente es despedida, separada de su trabajo no por sus capacidades técnicas, sino por falta de habilidades blandas, es que no pueden desenvolverse en un ambiente laboral con distintas personalidades y cargas laborales, y es aquí donde el primer cáncer laboral está ganando la batalla en la salud humana con los altos grados de estrés.

Nos encontramos en la era del conocimiento, las persona que tenga buenas calificaciones debe aprovecharlas con inteligencia, pero debemos estar claros que una calificación no es garantía de sabiduría, pero sí debemos estar claros que es hora de empezar a trabajar además de lo técnico en la creatividad, pensamiento crítico, buena organización y sobre todo en la parte emocional. Porque al final nadie va a preguntar tus notas, sino qué sabes hacer en la vida real. (O)

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