1830, la respuesta

Cuando buscamos respuestas acerca de la desafección por la democracia, la política y los hechos de la cosa pública, la primera referencia inevitable es el año de 1830, porque ahí nace el Estado ecuatoriano en Riobamba. El parto no fue solamente doloroso, sino (y sobre todo) con enormes vicios de legitimidad de origen en cuanto a los conceptos que están detrás de las leyes y la misma concepción de las instituciones. Debido al contexto de la época, la primera cédula de identidad constitucional dice que el Estado es católico, por lo tanto, no se separó a la Iglesia y el camino hacia el laicismo estuvo plagado de dificultades y demoró un siglo para su conquista. Aunque tampoco se puede sostener en la actualidad que esto haya sido superado.

En materia de ciudadanía, la primera Constitución nació excluyente, limitada y para nada democrática. Estos vicios de origen se resuelven en el tiempo con las siguientes cartas magnas, pero esta situación sí determina por qué hasta ahora se mantienen prácticas políticas que van en vía contraria a la calidad de la democracia. Si el nacimiento del Estado no fue democrático ni tampoco ciudadano, las luchas por las reivindicaciones de los grupos excluidos tienen una enorme justificación, pero no el mismo eco en quienes ejercen el poder desde las distintas funciones.

El artículo 12 de la Constitución de 1830 dice: “Para entrar en goce de los derechos de ciudadanía se requiere: 1. Ser casado, mayor de veintidós años; 2. Tener una propiedad raíz, valor libre de 300 pesos, o ejercer alguna profesión, o industria útil, sin sujeción a otro, como sirviente doméstico, o jornalero; 3. Saber leer y escribir”. No es difícil deducir que para esa época, casi no existían ciudadanos cuando sí una capa aristocrática que había hecho de la Ley un instrumento de control de la población que no tenía recursos económicos, formación educativa ni capital social. Por eso es importante mirar nuestras raíces, ya que ahí están las respuestas que ahora no logramos comprender por falta de historia y también memoria colectiva.

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