La silla sigue vacía

Adolfo Coronel Illescas

No me refiero a la silla y la “mesa servida” pero de “arroz verde”, que ha dejado la “Revolución del Soborno”, ahora su máximo líder está rastreando cómo sus compañeros de la corrupción desembolsaron los dineros del “Verde Final”, él ignora. No me refiero tampoco a la silla que le quitaron a la Cordillera para que aquí se agachen los Andes. Ni a la silla en la que se sentaron para firmar la propuesta de la “ciudad creativa de la música”, mueble que debería servir también para proponer la siembra, la cosecha, la producción de la riqueza de Loja. Tampoco a la silla que si hubiera estado ocupada por un ciudadano probo, no se hubiese aprobado la Ordenanza que mezcla “alcohol con turismo”.

Queda entendido que no me refiero a la silla que le sacaron una pata, para con ella “patear” la conciencia de las autoridades y no se queden dormidas frente a su obligación de desplazar la espera y dar respuestas a la prosperidad de Loja. Mucho peor a la silla que encontró José Tuárez en el Consejo de Participación Ciudadana, para que no le quiten se quedó dormido en ella, y de monaguillo amaneció Canónigo del Consejo (celestial), cuya autocracia el pueblo debe rechazar. ¿Cuál pueblo? ¿El que sigue mirando el eclipse político, económico y social, con un Licenciado que a pesar de sus viajes por el Viejo Mundo, continúa cuesta abajo y en rodadera?

Mi referencia es a la silla prevista en el Art. 101 de la Constitución que dice: “Las sesiones de los gobiernos autónomos descentralizados serán públicas y en ellas existirá la silla vacía que ocupará una representante o un representante ciudadano en función a los temas a tratarse, con el propósito de participar en su debate y en la toma de decisiones”. Ha pasado una década y ese derecho democrático no se practica en los organismos seccionales de Loja. La silla sigue vacía.

Es hora de ponernos serios y no jugar más con la silla. Nada justifica que siga vacía por error u omisión. “Errar es humano dijo un pato bajándose de una gallina”. ¡Basta! Que el ciudadano ocupe este espacio democrático, para con voz y voto involucrarse en las decisiones de los poderes públicos. (O)