¿Salimos de la pobreza?

Rodrigo Contero Peñafiel

Según el último informe presentado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), en Ecuador, la pobreza se ubicó en el 23,2% en diciembre de 2018; 1,7 puntos más que en el 2017.

El país sigue a la espera de la implementación de políticas socioeconómicas que mejoren las condiciones de vida de sus habitantes, se destierre la corrupción, la discriminación y la exclusión. Las instituciones públicas juegan un papel predominante cuando se apliquen planes, programas y proyectos que resuelvan la situación de vulnerabilidad de los más necesitados. Hay que considerar que el extractivismo primario destruye y confunde a la población; el cambio climático provoca sequías, inundaciones, deslaves, destrucción de viviendas, carreteras y sembríos, agravando los problemas nacionales.

El sector empresarial se ve restringido para comprometerse con más plazas de trabajo y el sector público sufre las consecuencias del incremento innecesario de la burocracia que ha endeudado al país hasta las futuras generaciones. El cambio tecnológico y la reestructuración de las empresas en el sector industrial son entre otras, las causas para la disminución de nuevas fuentes de empleo.

El Ecuador, al igual que otros países, sufre las consecuencias de la migración de sus habitantes, que se ven obligados a salir del país para enviar remesas a sus familias; al mismo tiempo, recibe miles de personas que huyen de la dictadura, el narcotráfico y la extrema pobreza. La desintegración familiar, la ausencia de quien tiene la responsabilidad de la estabilidad económica y emocional de la familia, destruye la calidad de vida de la población para dar paso a la mendicidad, la indigencia, la desnutrición y el abandono que afecta a niños, jóvenes y adultos sin excepción.

Los valores éticos y morales van desapareciendo; los índices de delincuencia, robos, asaltos y asesinatos van en aumento; la inseguridad ciudadana y la violencia familiar impiden la convivencia racional y civilizada de la gente. La falta de recursos para satisfacer las necesidades básicas es una realidad que observamos todos los días.

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