Música ancestral converge con hip hop y jazz en nuevos ritmos ecuatorianos

CONCIERTO. Los ritmos combinados a muchos no les parece, pero sus líricas tienen una voz de identidad.
CONCIERTO. Los ritmos combinados a muchos no les parece, pero sus líricas tienen una voz de identidad.

EFE

La fusión de ritmos tradicionales andinos y contemporáneos ha dado vida a nuevos géneros musicales, que entremezclan el kichwa con hip-hop o con jazz. Es un híbrido que a muchos les parece incoherente y atrevido, pero que va ganando más espacios.

Grupos como Los Nin o Runa Jazz son algunos ejemplos de esta corriente, que se va abriendo paso desde hace unos años, y que conjugan todo el folclor andino ecuatoriano y latinoamericano con ritmos musicales ajenos a la región.

Sumay Cachimuel, cofundador de la banda Los Nin, creada en 2008, recuerda cómo hace una década sus conocidos le decían que “esa combinación no tenía sentido”, que era “incoherente” e incluso que hasta “ponía en peligro su raíz cultural” indígena.

Una dura crítica que no le frenó en su búsqueda de sacar adelante una nueva música, con la que, en los últimos años, se ha presentado en distintos festivales nacionales e internacionales.

Natural de Otavalo, Sumay defiende que su arte preserva la esencia más intangible de la cultura kichwa, a pesar de los retoques de modernidad.

“Si mantienes una raíz sigues siendo parte de ella y nunca vas a dejar de serlo, a pesar de que se use cualquier tipo de ritmo”, dice sobre la original mezcla de esencia indígena, con toques raperos y hip hop.

Composiciones con identidad

De 28 años y con una trayectoria que le ha llevado a escenarios de París, Nueva York, Chicago y Barcelona, Sumay es el vocalista de una banda de siete músicos, que ha lanzado dos discos: ‘Shinallami-Kanchik’ (‘Así somos’), en 2012; y ‘Wambra Katary’ (‘Despertar de juventud’), en 2017.

Su primera canción, ‘Katary’ (‘Identidad’), denuncia la discriminación que los jóvenes indígenas ecuatorianos enfrentan en una sociedad dominada por el mestizaje. “Caminando en las calles, recibiendo hasta ofensas/ como veían cuando yo salía con mis trenzas/ eso es lo que implica ser un verdadero runa/ representar sin duda alguna la cultura pura”, dice una canción que entremezcla el español con el kichwa, a ritmo de hip hop.

“Somos de una misma tierra, con gente que lucha y se aferra, vamos a borrar las fronteras”, anota la letra de otra composición, ‘Fronteras’, en la que insisten en la unión y el desapego al nacionalismo y a las brechas que distancian a los seres humanos.

El nombre de la agrupación, Nin, proviene del término kichwa ‘nina’ (‘decir’) y quizás por ello su repertorio apele continuamente a la identidad, la injusticia, la pobreza, la discriminación, entre otros problemas políticos y sociales.

Es una letra que ha calado entre la juventud mestiza de un país en el que los indígenas representan apenas entre el 6% y 7% de su población.

Sumay dice que su propuesta musical inició para “innovar a través del idioma”, y admite que por medio de la banda que él mismo reconectó con su cultura otavaleña y con el kichwa, un idioma que solo dominaba parcialmente desde su infancia.

ARTISTA. Curi Cachimuel, fundador de Runa Jazz, en un concierto en el Teatro Sucre.
ARTISTA. Curi Cachimuel, fundador de Runa Jazz, en un concierto en el Teatro Sucre.

Runa Jazz

En la banda de Sumay tocaba también al principio su hermano, Curi Cachimuel, artífice de otro proyecto local de vanguardia: el grupo de jazz afro-kichwa Runa Jazz, creado en 2017.

En este, las melodías ancestrales andinas sufren una doble combinación con ritmos contemporáneos como el jazz y la rumba, por un lado, y afrolatinos como el andarele, el festejo o la bomba, por el otro.

‘Afro Kitchwa’ es el primer disco de Runa Jazz, logrado después de dos años de trabajo, con el apoyo financiero de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), algunos de cuyos estudiantes y profesores se involucraron con la banda.

El proyecto tiene “una riqueza súper grande en cuanto a conceptos y a instrumentación”, menciona Mauricio Ochoa, miembro de Runa Jazz y docente del Colegio de Música de la USFQ.

Agrega que sus composiciones están influenciadas por varias vertientes rítmicas y melódicas, entre ellas la música tradicional de Imbabura, particularmente del Valle del Chota.

Elementos afroecuatorianos, afrocubanos y afroamericanos dan vida así a una joven banda que se ha presentado en el Festival Ecuador Jazz dos años consecutivos, en el Festival de Cumandá 2019, y en destacados centros como el Teatro Nacional Sucre y la Casa de la Cultura, entre otros.

Conversión de mundos

El denominador común de esta tendencia musical ha sido una ardua experimentación e investigación para hacer converger dos mundos. Estos, si bien es cierto que no viven en una confrontación diaria, mantienen todavía una gran distancia el uno del otro, y que luchan por una experiencia musical culturalmente diversa y reivindicadora.