Gracias, doña Miriam

Andrés Ontaneda

Estos homenajes se los debe realizar en vida, sin embargo, solo su partida hace que su legado que la historia la venere y sea más grande de lo que fue en vida.

En la esquina de las calles 24 de Mayo y Miguel Riofrío cada diciembre la gente se aglomera para observar una de las tradiciones más antiguas de la urbe, pues se construye el nacimiento católico más grande de Loja. Cada detalle era realizado con mucha estirpe, su decoración es mágica y su tamaño impresionante.

Además, hace aproximadamente 30 años, una dama inició con una tradición que sobrepasaría barrios, parroquias y hasta ciudades, pues ella junto a su grabadora entonaba sus villancicos y su venerada imagen del Divino Niño Jesús celebraba la novena católica hasta que llegara la Navidad, solicitaba posada para su Niño y rezaba junto a los suyos.

Al pasar de los tiempos la demanda de posadas era incalculable, los adultos se convertían en niños, los jóvenes encontraban un sentido a la vida y los niños eran la fiesta, algarabía y razón de esta conmemoración católica.

Hoy, su autora, la señora Miriam Villacrés, físicamente no nos acompaña, pero ha dejado a Loja una herencia cultural y religiosa difícil de calcular su valor, además su entrega, dedicación, amabilidad, carisma y ética hacen de esta gran mujer que hoy dedique estas cortas palabras en su homenaje porque no solamente nos dejó que profesáramos una religión, sino que nos enseñó a ser ricos espiritualmente, y ser buenas personas.

Como usted cantaba cada diciembre: “Mi casa será Belén, si vive mi puerta abierta, y si mi mente está alerta al resplandor de la fe, la fe que tuvo María la fe que tuvo José”. Ahora ellos la cuidan a usted. Gracias por su legado y ejemplo de fe y amor más grande que puede dar una madre, amiga y ciudadana. (O)

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