El chisme

La sociedad vive entretenida en el chisme y con más eficiencia que antes, porque Internet y las redes nos inundan e, incluso, empalagan de todo tipo de información que recoge la vida de los famosos y ricos, pasando por fenómenos exóticos y folclóricos del “pueblo” hasta hechos de corrupción e impunidad a todos los niveles y en todos los lugares.

No puede faltar el meme de la semana con su respectiva sátira, que no, necesariamente, es al poder, sino a la cotidianidad que nos engulle. Vivimos en la sociedad del sálvese quien pueda, pero a la final, el chisme se queda en eso: puro chisme, porque las verdaderas acciones y definiciones se toman en otros espacios.

Acaso, usted se ha preguntado, realmente, cuáles de los grupos de Whatsapp le interesan y por qué tiene tanto temor de salir de uno de ellos, aunque ya no le importe que se dice ahí por miedo a que le digan “raro”, “solitario”, “especial” o cualquiera de ese tipo de cosas.

La posición más cómoda es mantenerse en los diez mil chats como “observador no participante”, “espía camuflado”, “francotirador espontáneo”, “lleva y trae de todos los chats de los cuales es parte”. No es nada raro que el mismo meme, le llegue por distintas vías e, incluso, al mismo instante. Todo esto nos mantiene distraídos, casi sonámbulos de las cosas más esenciales.

En la era del chisme, la lectura ha perdido su encanto, porque el cuento viene cargado de imágenes de todo tipo, desde las más “sublimes” hasta las más grotescas, pues mientras mayor impacto nos causen los colores, los paisajes, los cuerpos y las situaciones el morbo se activa con mayor rapidez y cinismo. Y, además, se viraliza con una agilidad inusitada.

En este contexto, nada mejor que desinformarnos antes que circular información, que casi nadie contrastó y validó. Claro, es que el chisme cobra fuerza por eso: a nadie le interesa saber si es falso o verdadero algo, simplemente entretiene y eso es todo. Sin duda, alguien en este momento habrá recibido cualquier informe falso de inteligencia, de la CIA o de la NASA. Ojo, la sociedad de la información es, además, sociedad del divertimento.

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