Diana de hierro

Juan Sebastián Vargas

La responsabilidad del Fiscal General de la Nación es muy importante en toda democracia, tiene la obligación de dirigir investigaciones e instrucciones fiscales de procesos penales y de ser el caso acusar a los responsables protegiendo a las víctimas y garantizando los derechos humanos, sin embargo, esta función es muy delicada cuando se juegan muchos intereses de por medio, especialmente en las altas esferas del poder, es por ello que de una u otra manera existe injerencia en su designación y presiones de todo tipo y de todo lado, lamentablemente han logrado acceder a estas puestos más por influencias que por sus propios méritos, es decir, de manera poco transparente.

El caso de Diana Salazar fue distinto, obtuvo un puntaje de 88,17 cuando ganó el concurso para Fiscal General, en su prueba escrita su calificación fue de 10/20 y fue objeto de críticas de todo tipo, principalmente de los que ya sabemos, pero ella tuvo una respuesta muy válida; “haber sacado 10/20 no significa corrupción, sino honestidad” y su aseveración tenía mucho sentido y es que no había coherencia en las calificaciones obtenidas por anteriores fiscales como Galo Chiriboga que en su hoja de vida no destacaba ninguna experiencia relevante en su carrera judicial, solo por ahí haber sido el abogado de Rafael Correa en el juicio contra un banco ganando una indemnización por 600 mil dólares, simplemente inaudito, pero real.

Diana no se intimida, nos ha demostrado que en una sociedad carcomida por la corrupción todavía pueden haber ciudadanos valiosos y con principios, Diana no ha tenido miedo en enfrentar a personajes sumamente poderosos y por supuesto, peligrosos, ha logrado manejar casos muy cuestionados como el de FIFA Gate en Ecuador donde se procesó por lavado de dinero al poderoso presidente de la FEF, Luis Chiriboga, igualmente no le tembló la mano cuando tuvo que manejar el caso del vicepresidente de ese entonces Jorge Glas, ahora los dos tras las rejas, probablemente hace unos cinco años no nos hubiéramos imaginado que dentro de tanta indignación que vivíamos en el país íbamos a contar con un poco de justicia, en fin, funcionarios de este calibre es lo que necesitamos, independientes y profesionales.