Mejor no digan nada

Pablo Vivanco Ordóñez

El humor, que había sido seña del actual presidente, va tornándose en un pesado gesto ofensivo de mal gusto. Aún hay quienes con atavíos de aduladores, conservan la zalamería como atributo exclusivo, y son, como los invitados que se ríen por compromiso cuando el anfitrión hace una broma macilenta. Los secuaces baten palmas fofas.

El ejercicio del poder implica cuidado en lo mínimo, atención precisa a lo que se dice, precaución frente al estigma y al prejuicio, porque no se puede usar la atención nacional para reproducir de forma infame, nociones erradas de lo que somos como país y como seres humanos.

Las palabras pueden servir para construir y también para denigrar. Veamos un caso “excepcional” sucedido en el país de nombre imaginario: su presidente, un tipo acaso bonachón y acaso chistoso, le dijo al niño guayaquileño: “monito”. Afirmó que el espíritu emprendedor de los guayaquileños se refleja en esa voluntad por comprar una colita, unos vasos de plástico e ir por las calles vendiendo su producto. Para el notable Moreno, eso es ejemplar. Pero como nunca es suficiente para ellos, Berenice Cordero, ministra de Inclusión Económica y Social, dijo que la imagen del “monito” es muestra de que “el espíritu emprender es precoz”.

Quieren tapar con cortinas de colores lo que no pueden ni les interesa combatir. Los niños que se vuelcan al asfalto tosco y negro, no son emprendedores, ni precozmente iniciaron su camino empresarial: se llama trabajo infantil y son pobres. Que no digan ahora que esos niños sueñan con ser distribuidores de cola y de insumos plásticos; ellos no tienen para comer, sus padres están desempleados o precarizados en sus trabajos, gracias a eso que llaman flexibilización u optimización. Ellos no tiene qué comer, pero el gobierno quitó el desayuno escolar; disminuyó el presupuesto a la salud –podrán morir en las calles- y a la educación –podrán seguir sin leer pero vendiendo cola en el malecón.

Todo lo que digan será usado en su contra, porque no le atinan a ninguna. (O)

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