AGOSTO: Mes para recordar

Angel P. Chaves Alvarez

En medio del intenso frío de estos días, que espero de paso luego a la bella época de floración de nuestros huertos, ha comenzado el mes de agosto que, en este año tiene un carácter especial, pues se recuerda, entre otras cosas: el terremoto de Ambato de hace 70 años; el retorno al régimen constitucional hace 40 años; y, desde luego, el primer grito de la Independencia y su sangriento desenlace el dos de agosto del año siguiente.

En nuestros hogares, el terremoto marcó un hito en la historia, pues nuestros padres siempre lo fijaban como referencia : “esto fue antes del terremoto” o, “aquello fue después del terremoto”; con el tiempo, las nuevas generaciones van relegando al olvido ese 5 de agosto que, en efecto, marcó la historia de la ciudad. Un estudio antropológico de hace algunos años, traía una singular referencia a esta especie de fidelidad filial que los ambateños hemos mantenido con nuestra ciudad, al determinar que el terremoto fue como una herida que sufrió nuestra madre tierra, y que sus hijos vuelven a ella, pues a una madre desvalida no se la abandona.

Más allá de esta poética interpretación, no hay duda que Ambato y Tungurahua, setenta años después, muestran que han logrado restañar las heridas de la tragedia, a través de un proceso de resiliencia en el que han intervenido varios factores, entre ellos, y sin ninguna duda, la actitud y entereza de sus habitantes y al mencionarlos, lo hago no solamente respecto de los que hemos nacido en esta tierra, sino de todos, quienes desde distintas latitudes, han arribado a ella encontrando un espacio propicio para la realización de sus anhelos.

Ha quedado atrás la tragedia y hoy vivimos los días de la floración y la cosecha, con el denodado esfuerzo y persistencia de quienes hemos hecho de Tungurahua, tierra de oportunidades.