Economía primaria

Giovanni Carrión Cevallos

Mucho se habló durante el régimen de Rafael Correa de cambiar la matriz productiva, esto con el propósito de profundizar el desarrollo industrial y con ello incorporar valor agregado a los bienes. A pesar del estado de propaganda que nos vendió la idea del milagro económico y que posicionó el cuento chino del ‘jaguar latinoamericano’, los resultados económicos finales reflejan otra realidad. En el año 2018, por ejemplo, de 21.606,13 millones de dólares en exportaciones, el 78,5% correspondió a bienes primarios, destacando el petróleo (46,28%), camarón (19,06%), banana y plátanos (18,84%), flores naturales (5,02%), cacao (3,92%), pescado (1,22%), etc. Lo restante del total de las exportaciones, es decir, el 21,5% se le atribuye a bienes industrializados, grupo en el que sobresalen los productos elaborados del mar (27,24%), derivados del petróleo (20,44%) y manufacturas (11,28%).

Es claro inferir que seguimos siendo una economía con fuerte dependencia al sector primario y, por lo mismo, muy vulnerables a los vaivenes del mercado internacional, en términos de fluctuación del precio de las materias primas y de la propia demanda de los bienes, lo cual condiciona los ingresos para financiar el presupuesto general del estado, limitando la capacidad para atender las necesidades de una sociedad repleta de carencias.

Como se advierte, estamos lejos de dejar atrás el modelo primario exportador y avanzar en un proceso de industrialización. Luego de 10 años de socialismo del siglo XXI, aún se evidencia un divorcio entre estado y empresa. Las desconfianzas mutuas se mantienen y se ahondan aún más cuando no existe una clara política económica que oriente a sus actores. El populismo penosamente ha echado fuertes raíces.

Los desafíos son grandes y se requiere de un líder que aglutine y ayude a superar las adversidades. (O)

@giovannicarrion