40 años de democracia: nada que festejar

Ugo Stornaiolo

En agosto de 1979 terminaron seis años de dictaduras: la de Rodríguez Lara y tras un golpe de Estado, a quien le dio el golpe a Velasco, el triunvirato de Poveda, Durán y Leoro. La democracia nació coja porque el proyecto fue aupado por los militares, que impusieron condiciones. La principal: evitar que Assad Bucaram llegue al poder. Pero, por la tranquera entró Jaime Roldós.

Con Roldós, la crisis y pugna del CFP, el aumento de la deuda externa y la guerra de Paquisha con Perú. El conflicto terminó con la muerte del mandatario. Lo sucedió Osvaldo Hurtado, quien se hizo cargo de la crisis, sucretizando la deuda, y el fenómeno de “El Niño” que azotó la costa en 1984. Ese fue el caballo de batalla de León Febres Cordero, quien hizo algo parecido a su antecesor.

Tras la crisis por el terremoto de 1987, que destruyó parte del oleoducto y obligó a medidas económicas fuertes, LFC entregó el poder a Rodrigo Borja quien, pese a tener el camino expedito, con mayoría parlamentaria, desaprovechó la ocasión. Lo reemplazó Durán Ballén y con él, Alberto Dahik, quien implementó desde la vicepresidencia medidas “neoliberales”, aunque neoliberalismo nunca hubo en el país.

Con Sixto comenzó la crisis bancaria y la guerra del Cenepa del 95. Entregó el poder a Abdalá Bucaram, quien gobernó seis meses en una auténtica “circocracia”. Fue depuesto por el parlamento, con apoyo popular. Con rocambolescas maniobras asumió Fabián Alarcón, de quien solo se recuerda el piponazgo en la función pública.

Tras Alarcón llegó Mahuad, con quien estalló la crisis bancaria, se firmó una injusta paz con el Perú en 1998. Entonces, dijo que el país era el Titanic, hundiéndose. Feriado bancario y congelamiento de cuentas. Su última jugada: la dolarización, que no lo pudo salvar. Intentó deponerlo el coronel Lucio Gutiérrez, pero lo relevó Gustavo Noboa.

A este Presidente lo sucedió Gutiérrez, derrocado tres años después. Lo reemplazó su vicepresidente Palacio, a quien colocó como ministro, dándole fama innecesaria, a Rafael Correa. Fracaso total de los políticos y tres constituciones a cuestas. El resto, historia reciente, que no vale la pena celebrar, cuarenta años después…

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