Momias al estilo ‘CSI’

EXPRESIÓN. Quienes lo descubrieron se impresionaron principalmente por la apariencia de su rostro. (Foto: quo.es)
EXPRESIÓN. Quienes lo descubrieron se impresionaron principalmente por la apariencia de su rostro. (Foto: quo.es)

QUO.ES

Las momias ejercen una poderosa fascinación sobre nosotros. Sus cuerpos, en ocasiones asombrosamente preservados, se presentan ante nuestros ojos como testigos mudos de un pasado remoto. Algunos de dichos restos se han preservado de forma natural y accidental (en el hielo o en las arenas del desierto), y otras de forma artificial.

La periodista y divulgadora Helena R. Olmo se sumerge en este macabro pero apasionante mundo en el libro titulado ‘CSI Momias’, que en 2018 fue además el ganador de la VIII Edición del Premio de Divulgación Histórica Juan Antonio Cebrián. En su obra, la autora nos adentra en un apasionante viaje que va desde Chinchorro, en el desierto de Atacama, y donde aparecieron las momias artificiales más antiguas conocidas, hasta los actuales laboratorios donde se intenta criogenizar cadáveres. Una técnica que Olmo considera como la moderna momificación. A continuación presentamos cuatro momias que encierran enigmáticas historias.

Príncipe que grita
° De todas las momias del antiguo Egipto hay una que sobrecoge de manera muy especial. Fue descubierta en 1886, envuelta en una piel de oveja, un objeto que los antiguos egipcios consideraban impuro. Pero lo que más impresionó a sus descubridores fue la terrible expresión de su rostro, que parecía lanzar un grito eterno.

En aquel momento fue clasificada como “hombre desconocido E” y el misterio sobre su identidad ha permanecido sin resolver hasta muy recientemente. Fue en febrero de 2018 cuando se conocieron los resultados de unas pruebas de ADN encargadas por el Ministerio de Antigüedades de Egipto y que revelaban que aquellos restos pertenecían con toda probabilidad al príncipe Pentawere, hijo de Ramses III.

DOCUMENTO. El pasaporte se emitió cuando los restos se trasladaron de Egipto a París. (Foto: quo.es)
DOCUMENTO. El pasaporte se emitió cuando los restos se trasladaron de Egipto a París. (Foto: quo.es)

El pasaporte de Ramses II
° Pero si hay una momia que ha protagonizado un episodio insólito en la historia de la arqueología esa ha sido la de Ramses II, tal y como nos cuenta la autora del libro, Helena R. Olmo. En 1976, se descubrió que unos microorganismos estaban devorando los restos del faraón, así que se tomó la decisión de enviarlos a París para restaurarlos.

Y ese traslado se hizo con todos los honores propios de un jefe de Estado. Se expidió un pasaporte de curso legal en el que se veía una foto de la momia y se detallaban todos sus datos. Incluida su fecha de nacimiento: “1303 d.C.”.

Los niños del Inca
° Nuestra tercera momia, son en realidad tres. En 1999, una expedición localizó en el volcán de Llullaillaco, situado al noroeste de Argentina, los restos extraordinariamente conservados de un niño de siete años, una niña de seis y una joven de quince. Su estado era tal, que sus descubridores afirmaron que parecían estar dormidos, en lugar de muertos. Y fueron bautizados respectivamente con los apodos de El niño, La niña del rayo y La doncella.

Su antigüedad aproximada fue datada en más de 500 años y, aunque en principio, se pensó que habían fallecido de hipotermia, el hallazgo de manchas de sangre en los ropajes reveló que había muerto de forma violenta, con toda seguridad en un sacrifico humano.

ENIGMA. Se presume que las personas provenían de Siberia. (Foto: quo.es)
ENIGMA. Se presume que las personas provenían de Siberia. (Foto: quo.es)

Los desconocidos rubios de China
° A finales del siglo XIX y principios del siglo XX aparecieron en el desierto de Tarim, en China, las primeras del grupo de las que estaban destinadas a ser unas de las momias más misteriosas de todos los tiempos. Se trataba de los restos perfectamente conservados, de individuos de aspecto caucásico, muchos de ellos rubios, y de extraordinaria estatura.

Pero hubo que esperar hasta la década de 1970 cuando se descubrieron de forma masiva 500 de estas momias. Algunas de ellas enterradas en pequeñas embarcaciones que hacían la función de féretros. Y muchas engalanadas con piezas de bronce y tipos de telas que, hace 2.000 años, aún eran desconocidas en China.