Chulla digital

Pablo Escandón Montenegro

Los anuncios realizados del Alcalde y el Ministro de Telecomunicaciones sobre la “ciudad inteligente” que será Quito, son como los fuegos pirotécnicos que se lanzan en pleno día: se los oye pero no se los ve.

Mostrarse con una tableta en el trolebús, es igual que contarle a un niño cómo nos conectábamos por módem telefónico a la Red. ¿Qué servicios van a potenciar para hacer de la ciudad la entidad inteligente, o una urbe boba que se conecta al marasmo de las redes?

El contenido y los servicios son las estrellas de la ciudad inteligente. Los servicios, principalmente: trámites y ubicaciones de problemas, pero mucho más las soluciones rápidas a los conflictos de infraestructura vial, eléctrica y de agua potable, así como el tiempo para trámites, certificados y disminución en burocracia.

Conociendo a la ciudad y a la “viveza criolla”, la burocracia municipal será la que tome en sus manos el negocio de la “asesoría” para los trámites digitales, “emprendimientos” que surgirán a las afueras de los edificios de cada institución, en donde entre aguas, revistas y caramelos, un computador será la herramienta para “dar el servicio”.

Quito no será una ciudad inteligente. Será, según la comunicación municipal, la primera ciudad pilas o vivísima, sin contenido real en entornos virtuales, sin un programa de educación integral con cursos y talleres en línea, con desarrollo contextualizado y propios, con espacios de desarrollo comunitario que integren todos los lenguajes comunicacionales.

La cultura no es inteligente en esta ciudad. Es vivísima en actividades, no en programas ni proyectos a mediano plazo, con bibliotecas, cinematecas y centros comunitarios de experimentación con tecnología. Quito será la ciudad del chulla digital: vivísimo, plantilla y farfullas, pero en la Red.

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