Los 50 años de Woodstock, el aniversario frustrado

Redacción NUEVA YORK

EFE

Conocido en el mundo como un festival de música único -por su magnitud y el espíritu de unidad y paz que reflejó-, Woodstock ha sido, efectivamente, irrepetible. El 50 aniversario, que prometía ser un espectáculo inolvidable, ha quedado reducido a un puñado de eventos de escasa envergadura.

Lejos queda la colosal fiesta, de unas 150.000 personas, que tenía planificada uno de los cofundadores del Woodstock original, Michael Lang, en la que iban a participar estrellas de la música de la talla de Jay-Z, The Killers, Santana, John Fogerty y Dead & Company.

Como decía el cartel original, ‘Tres días de paz, amor y música’, que en esta ocasión fueron anulados apenas dos semanas antes de las fechas previstas: viernes, sábado y domingo.

“Nos entristece que una serie de contratiempos inesperados hayan hecho imposible organizar el festival que imaginábamos con el gran cartel que habíamos contratado y la respuesta social que preveíamos”, dijo Lang en un comunicado.

Los expertos en música señalan que la industria ya sabía “desde hacía meses” que Woodstock 50 no se iba a materializar, dadas las dificultades con las que estaban tropezando los organizadores.

En su ausencia, Nueva York marca el Woodstock 50 con una discreta exhibición de instantáneas de 1969: una treintena de fotos expuestas en una pequeña sala de la Morrison Hotel Gallery, situada en el segundo piso de un anodino edificio del sur de Manhattan.

En Bethel, la localidad rural donde tuvo lugar el histórico encuentro, un festival paralelo ha quedado reducido a una serie de tres conciertos en un recinto con una capacidad máxima de 15.000 personas.