La ‘píldora número 9’ que sirvió para todo en la I Guerra Mundial

Conflicto. Los médicos tenían recursos limitados en la I Guerra Mundial. (Foto. BBC MUNDO/ CC WELLCOME COLLECTION)
Conflicto. Los médicos tenían recursos limitados en la I Guerra Mundial. (Foto. BBC MUNDO/ CC WELLCOME COLLECTION)

Su presencia era permanente en los frentes donde combatían los soldados aliados durante la I Guerra Mundial. Y la regularidad con la que era prescrita ayudó a que la llamada “píldora número 9” quedara inmortalizada en los diarios y memorias de muchos de los que participaron en ese conflicto que concluyó hace poco más de un siglo.

Su uso era tan frecuente que en el argot de los soldados el “nueve” se convirtió en sinónimo de estar enfermo y dio pie a que en Inglaterra cuando se juega al bingo y sale ese número es anunciando diciendo la frase “orden del doctor”.

La píldora número 9 era recetada en múltiples ocasiones y para tipos muy distintos de dolencias, de acuerdo a un reportaje de BBC Mundo.

De hecho, de acuerdo con los testimonios de los soldados era la medicina predilecta para aquellos casos en los cuales alguien aún no había sido diagnosticado y cuando la prescripción era la famosa “medicine and duty” (medicina y servicio), lo que implicaba que aunque el enfermo era medicado debía integrarse con normalidad a sus funciones.

“No importa el problema que tengas, él siempre te da la misma pastilla”, escribió en diciembre de 1915 el soldado canadiense James Fargey en una carta a su madre refiriéndose a la número 9.

Como “una panacea para todas las enfermedades”, la describió en tono irónico el también soldado canadiense George Bell en sus memorias, según se recoge en el libro Glimpsing Modernity: Military Medicine in World War I (Vislumbrando la modernidad: la medicina militar en la I Guerra Mundial).

Y, es que pese a su omnipresencia, la efectividad real de la píldora número 9 para tratar muchas de las enfermedades era, cuando menos, dudosa.

13 pastillas
La I Guerra Mundial trajo consigo la aplicación masiva de grandes avances en el campo de la medicina. Los hospitales de campaña fueron dotados con importantes innovaciones que permitían diagnosticar y tratar mejor a los enfermos y heridos.

Entre estos nuevos recursos se incluía, por ejemplo, el uso de los rayos X, que habían sido desarrollados hacia finales del siglo XIX pero cuyo empleo en la I Guerra Mundial facilitó que se convirtieran en una herramienta de uso común.

En cuanto a la dotación de insumos, había variedad de opciones de analgésicos. “Los oficiales médicos recibían todo tipo de calmantes. Tenían píldoras de morfina. Tenían cocaína”, explica Tim Cook, historiador del Museo Canadiense de la Guerra, a BBC Mundo.

“Una de sus medicinas más importantes era el ron, que podían usar también para ayudar a los pacientes a entrar en calor. Y todas estas podían ser combinadas con el objetivo de calmar el dolor”.

Los doctores que estaban directamente en el terreno junto a las unidades de combate, sin embargo, contaban con un número limitado de recursos.

Llevaban con ellos una caja de lata de color negro en la cual guardaban los 13 tipos distintos de pastillas de los que disponían para tratar las dolencias de los soldados.

«Cada medicina era identificada por las autoridades médicas con un número y era mantenida en su respectivo compartimiento. Se evitaban las etiquetas descriptivas para desincentivar el robo y la automedicación por parte de las tropas», se explica en la sección sobre servicios médicos del proyecto de conmemoración de la I Guerra Mundial desarrollado por la Universidad de Oxford.

La número 9 contenía calomelano, ruibarbo y coloquíntida. Es decir, no era otra cosa más que un muy potente laxante.

Siendo la píldora 9 un potente laxante, el hecho de que se usara como una medicina genérica para «tratar» todo tipo de males tenía también un efecto parcialmente disuasorio en aquellos soldados que no estaban enfermos o no lo suficiente como para evitar ir al frente.

«El laxante número 9, cuando era combinado con la dieta del ejército con su exceso de carne enlatada y su falta de fruta fresca y vegetales, podía tener un efecto explosivo en el tracto digestivo», escribió Cook en un capítulo del libro Glimpsing Modernity: Military Medicine in World War I.

Quienes la tomaban podían terminar haciendo una larga visita a las letrinas. De hecho, para aquellos soldados en los cuales la enfermedad no fuera muy evidente, muchas veces la prescripción recibida era la de «medicina y servicio», lo que significaba que recibían el laxante e igual eran enviados a cumplir con sus funciones.

Legado cultural
° El uso extensivo que hicieron las fuerzas aliadas de la píldora número 9 durante la I Guerra Mundial, permitió que se convirtiera en parte de la herencia cultural que dejó ese conflicto.

En los panfletos que elaboraban e imprimían los soldados durante el conflicto para su entretenimiento en las trincheras, abundaban los “poemas”, los chistes así como los falsos y jocosos “avisos publicitarios” que hacían referencia a esta medicina.

Comentando en una carta a su madre en diciembre de 1916 sobre las cosas divertidas que ocurrían en el Ejército, el soldado canadiense Gordon MacKay cuenta:

“Un soldado va al médico y el doctor le dice a su asistente que le dé una píldora número 9 (una de sus favoritas). El asistente le dice que se agotaron. ‘Bueno’, dice él, ‘dale una 4 y una 5, eso es 9’. Ellos te dan la misma vieja pastilla si tienes los pies lastimados o si tienes fiebre por el sarampión o cualquier otra cosa que tengas”.

Así, aunque no curara la tos ni bajara la fiebre ni aliviara el dolor; esta casi olvidada pastilla quizá haya tenido un rol más importante del que en su momento se le atribuyó.