Los amantes de la naturaleza que buscan mezclarse con el ruido del agua, deleitarse con el cantar de los pájaros o disfrutar del movimiento de los árboles y la vegetación, encuentran el sitio perfecto en Mashpi, comunidad de la parroquia de Pacto, al noroccidente de Pichincha.
Asentada en la zona de amortiguamiento del bosque del Chocó Andino, su calle principal es empedrada y por ella transitan los buses que salen desde Pedro Vicente Maldonado, y también las camionetas que llevan y traen insumos para las fincas.
En su centro poblado no hay plazas, almacenes, ni sitios de diversión, pero sí la tienda, el restaurante, la escuela, un par de casas y el sitio donde las personas se reúnen para tratar temas de interés. El resto de habitantes están dispersos en fincas y pequeñas propiedades dedicadas a la agricultura y la ganadería. Varias de ellas están en proceso de transición hacia una producción agroecológica.
Tranquilo caminar
Al llegar a Mashpi, después de un viaje de tres horas desde Quito, pasando Nanegalito y Los Bancos, la primera invitación, por el calor propio de la zona tropical, es a refrescarse en las aguas frías y cristalinas del río que baña la comunidad y que tiene el mismo nombre.
Sorprende a los visitantes observar a varios peces en el río Mashpi. Eduardo Pastrana, quien llegó hace muchos años de Imbabura y que es considerado uno de los más antiguos pobladores de la comunidad, cuenta que allí se pescan zabaletas, muelonas, guañas, lisas y barbudos; todo para consumo familiar.
El recorrido por el centro no lleva mucho tiempo. Cuando se camina por la calle empedrada o por los senderos de tierra con bordes de espesa y colorida vegetación, se escucha el cantar de varias aves.
A la hora de comer, la mayoría de los visitantes acuden al restaurante de doña Luris Napa, una edificación de un piso construida en madera, donde hay desayunos, almuerzos y meriendas, que tienen un costo promedio de 3 dólares.
En cuanto a la estadía, varios de los pobladores ofrecen este servicio. Según Eduardo, están iniciando en el turismo comunitario, por lo que unos ofertan hospedaje, otros alimentación y otros guianza por el bosque.
Los habitantes de Mashpi han decidido ya no cazar fauna silvestre, como guantas, guatusas, sainos y armadillos; y tampoco cortar árboles como los de nopal, motilón, canelo, entre otras especies.
Turismo agroecológico
Algunas de las fincas de Mashpi que han emprendido en la producción sin químicos, reciben a los turistas y les ofrecen un tour por sus plantaciones. Cuatro de estas se han conectado por un sendero que tiene 2 km, por donde transita el turista y llega, por ejemplo a Yakunina.
En esta finca, que está a pocos minutos del centro poblado, Paulina Lasso invita a untarse un repelente natural hecho con clavo de olor, aceite de almendras y alcohol, para evitar la picadura de mosquitos.
Los introduce en un bosque de alimentos: frutas, tubérculos, plátano, yuca, plantas medicinales, aromáticas, palmito, aves de corral, peces y más. Aquí el visitante cosecha los alimentos, los prepara y los consume. Se trata de un turismo educativo, asegura.
Los amantes de la naturaleza tienen en este lugar el mejor sitio para disfrutar, concluye. (CM)
Opciones
de caminatas
Mashpi tiene una gran riqueza por conocer. Sus habitantes ofertan caminatas hacia cascadas, paseos a caballo, aventura en boya por el río Mashpi.
También se organizan recorridos nocturnos para conocer la vida en el bosque, como anfibios, hongos fosforescentes y más especies de vida silvestre.
Alojamiento
Comodidad
° Se encuentran sitios para descansar desde 15 dólares. Se incluye desayuno.
° Si se quiere acampar, en las fincas o propiedades pequeñas cobran 5 dólares.
° Las visitas guiadas tienen un costo desde 10 dólares, dependiendo la ruta a seguir.