Esmeraldas: una casa con enseñanzas y costumbres ancestrales

ILUSTRACIÓN. Esta morada sirve para enseñar a los niños y jóvenes cómo vivieron los ancestros.
ILUSTRACIÓN. Esta morada sirve para enseñar a los niños y jóvenes cómo vivieron los ancestros.

Dentro de la vivienda de campo se esconden decenas de herramientas y utensilios.

Redacción ESMERALDAS

Una infraestructura de 16 metros cuadrados, construida con paredes de caña guadúa, puertas y ventanas de madera, y techo de paja conocida como rampira (planta de hojas anchas que crece en el campo y que los abuelos utilizaban para techar las viviendas en la provincia de Esmeraldas), ha sido denominada ‘La casa de mis abuelos’.

En su interior se encuentran decenas de herramientas y utensilios que usaron los ancestros para su supervivencia en el campo, como el fogón hecho con madera que se utilizó para cocinar los alimentos. Debajo de esa pequeña edificación está la leña, pedazos de maderos y otros.

Con esa presentación antigua, los maestros de la Unidad Educativa León de Febres Cordero, de la parroquia rural Vuelta Larga, del cantón Esmeraldas, enseñan a los 613 estudiantes sobre los saberes y las costumbres ancestrales. También sirve para ilustrar a los demás alumnos de la ‘Provincia verde’.

Todo tradicional

En la casa, además, existe el ‘Templo de los santos’, que está sobre una mesa donde hay cuadros con las imágenes de diferentes santos, entre ellos San Martín de Porres. El espacio representa el lugar donde los abuelos rezaban y pedían ayuda cuando algún familiar estaba enfermo o viajaba de un lugar a otro para que llegue sin problemas. Para las súplicas le encendían una vela.

La cama está hecha de madera y sobre ella la estera (petate), esta última fabricada con totora -una planta que nace en el campo-. Una sábana confeccionada con pedazos de tela cubre el lugar de descanso. Debajo de la cama está el mate (la mitad de un calabazo) que se usaba para orinar en las noches, al lado un rollo de cigarro, la cachimba y una radio para escuchar las noticias.

La batea de madera para lavar la ropa, la atarraya y la catanga para la pesca en los ríos; el canasto para capturar camarón y el cesto de carga de productos del campo, son otros de los materiales ancestrales que tiene la vivienda.

Instrumentos y plantas

También están las máquinas de coser y de escribir, y la plancha que utiliza carbón. Además, se observan las maracas, el bombo, el cununo, el guasá y la marimba, instrumentos autóctonos que aún se utilizan para dar a conocer la cultura del pueblo afro de Esmeraldas.

En la parte de afuera de la casa se ha recreado una parcela con hierbas y plantas que usaron y utilizan las personas en el campo para calmar ciertas dolencias, entre ellas el orégano y la ruda, también está la hierbaluisa.

Esta morada se logró construir con el apoyo del Ministerio del Ambiente, que donó la madera; los padres de familia y los maestros realizaron la minga.

Ahora sirve para ilustrar a los estudiantes de los centros educativos del cantón Esmeraldas sobre cómo vivieron los antepasados y cómo se ha evolucionado.

Su forma de vida

° La rectora de la unidad educativa León de Febres Cordero, María Esperanza Bermúdez Palma, afirma que con esa representación ancestral buscan enseñarles a los niños y jóvenes cómo vivían los abuelos, quienes sobrevivían con la comida que encontraban en los ríos y los productos que cosechaban en la campo. Explica que no se pretende retroceder al pasado, sino hacer entender a las nuevas generaciones cómo se ha evolucionado y que los padres, pese a no tener grandes lujos y comodidades, enseñaban valores y buenas costumbres. Las pertenencias que existen dentro de ‘La casa de mis abuelos’, una parte fue donada, otra comprada por los maestros.

Sobrevivencia

El gestor cultural de Esmeraldas Juan Montaño Escobar considera que la representatividad de ‘La casa de mis abuelos’ muestra la evolución que ha tenido la sociedad, explicando que antes las personas al no tener una refrigeradora para guardar los alimentos como la carne, la salaban o la ahumaban, también la hacían panda, con hojas blancas que nacen en el campo, era su forma de sobrevivencia. Explicó que la cocción de los alimentos se lo hacía con carbón o leña.

Todo era natural

Los campesinos esmeraldeños José Jama y María Chichande, ambos de 67 años, coinciden en que las costumbres y las formas de vida de los antepasados fue linda, porque todo era natural. Recuerdan que con la atarraya las personas iban a los ríos y capturaban pescado como la sabaleta, la vieja, el sábalo, entre otros, que ahora están en extinción. Ellos aseguran que las casas eran muy frescas por el material con que estaban edificadas. La solidaridad de los vecinos era incondicional y siempre compartían los alimentos. Se curaban las dolencias utilizando hierbas que plantaban en los patios de las viviendas.