Negar es padre y madre

El primer consejo cuasi legal que se da a una persona acusada de un delito es que niegue totalmente su autoría. A veces da resultado por la insuficiencia de pruebas. De todas maneras crea dudas ante la opinión pública en caso de delitos graves, y refuerza la presunción de inocencia, aún ante el cadáver del asesinado, o ante el botín fresco de un robo en manos del presunto ladrón, hasta que un juez dicte una sentencia condenatoria.

En el Ecuador se han destapado los casos de corrupción durante el Gobierno correísta: sobreprecios, contratos leoninos, cohecho, organización criminal, sobornos, que son conocidos como delitos de “cuello blanco”, cuyos acusados o niegan o afirman no conocer de tales hechos o exigen documentos “notariales” sobre los ilícitos inculpados. Por supuesto que son cínicas tales actitudes, pues inclusive algunos están en las cárceles o prófugos. Y los cabecillas de tales atracos con audacia alegan además “persecución política”, pues aspiran a volver, mediante el voto popular, a dirigir el país, aspiración propia de los capos de las mafias.

Frente a ello cabe recordar a Shakespeare. Manchado de sangre, Gloucester, de pie junto al cuerpo sin vida del rey asesinado, el autor intelectual dice a los autores materiales: “Digan que no lo asesinamos.” Y uno de los inculpados respondió: “Entonces diremos que no lo asesinamos. Pero muerto está”. En el juicio de Nuremberg, en 1945-46 (II Guerra Mundial), en el que se juzgó y castigó a los criminales de guerra, por conspiración y ejecución para cometer una larga lista de crímenes, el abogado y fiscal Jackson terminó la argumentación de la fiscalía sobre las afirmaciones de los acusados de su inocencia, así: “Si ustedes llegaran a decir que estos hombres no son culpables, sería como afirmar que no hubo guerra, que no hubo masacre, que no hubo crimen”.

Negar que no ha habido los crímenes durante el correísmo sería como negar que no ha existido la corrupción oficial, Odebrecht, el “Arroz Verde”, la intervención ante los jueces y una evidente organización delictiva, como señala la Fiscalía con valor y evidencias.

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