Los fantásticos discos de acetato

POR: Germánico Solis

Cuánta alegría debió causar el invento de la victrola, cajita de madera con cuerda, manivela, un brazo con una gran aguja y un megáfono que amplificaba el sonido brotado desde un disco de carbón. El ingenio del hombre dejó para la memoria aquel aparato, aparecieron los discos de acetato y con él, radiolas, tornamesas, equipos de sonido y cuanto aparato con el mismo principio, el roce de una aguja sobre un disco para extraer el sonido y amplificarlo. El paso del tiempo dejó también atrás a esos aparatos eléctricos a tal punto que ahora casi todo se ha digitalizado.

Los discos de carbón son memoria para las generaciones de las décadas de los 40 hasta las de los 80, se vendían grandes cantidades, llegando a ser una industria mundial, muchos sellos musicales afirmaron su calidad, tanto nacionales y extranjeros.

Para la compra de los acetatos, hubo así mismo casas especializadas o almacenes que hicieron verdaderas fortunas con la venta de aquellos artículos imprescindibles. Todos los géneros se propagaban, complaciendo los gustos de coleccionistas, radiodifusoras y los usuarios que compraban los afamados acetatos inducidos por la música en moda.

Muchas personas coleccionábamos los discos de acetato, agrandando en los domicilios estanterías que soportaban grandes pesos. Muchos aficionados de la música llegamos a sistematizar los muestrarios clasificándoles por ritmos, artistas, épocas. No hubo familia que no guarde para escuchar o bailar los recordados acetatos. Cuando se rayaban o torcían, era ineludible reemplazarlo. Para el cuidado de aquellos productos había aceites o líquidos que los mantenían, era necesario tener a mano una almohadilla para mantener limpios y sin rayones. Muchos coleccionistas mantuvieron un desmedido amor y cuidado por las compilaciones. Cada disco o Long Play venía en una funda que ilustraba el contenido y generalmente era una fotografía del artista o artistas.

Hay personas que guardan aún los acetatos y mantienen colecciones con la música de tiempos que no volverán, las ilusiones de los compiladores y las creaciones de compositores y orquestas con voces nacionales y del mundo, incluso con cantantes en idiomas extranjeros.