RICARDO VERA CALDERÓN
Una vez que se han cumplido 100 días de gestión del Alcalde, hacemos un breve análisis de su gestión.
En lo referente a la obra pública, con dosis de habilidad política, se logró manejar las percepciones a favor, ya que se puso maquinaria para reasfaltar tramos de gran tráfico, que habían sido descuidados. Se hizo lo que la gente quería que se haga: demostrar que hay cambio. Llama la atención que podría creerse que al ciudadano no le interesa como se haga la obra. Lo importante es que se haga, ya que el fin justificaría los medios. No hay que olvidarse que en derecho público se hace solo lo que dice la Ley, y que se debe trasparentar los procesos. Ese estilo no se podría sostener a través del tiempo, ya que la improvisación es solo una estrategia emergente. Lo de las 100 obras es irrelevante y sobredimensionado, lo que no merece mayor comentario.
En cuanto a la planificación de la gestión, hay que resaltar que se recibió un GADM con una ejecución presupuestaria del 71% a mayo, lo que ameritó que se hayan realizado más de una docena de reformas con la finalidad de rescatar montos mínimos para salvar el resto del año. Para ver la mano de esta administración, hay que esperar hasta el 10 de septiembre, tiempo límite que da el Cootad para que se presente el POA y el Presupuesto 2020.
En lo que tiene que ver a temas realmente sensibles como la declaratoria de emergencia del Complejo ambiental, el Centro de faenamiento regional, y la concesión de la operación del agua potable a Suez, se dice muy poco.
En términos generales se percibe ganas de trabajar, algunas buenas ideas, tropiezos para reorganizar el GADM y sus empresas, privilegio de la obra pública por sobre lo social, y dudas sobre la gestión de puertas abiertas y la real participación ciudadana.