Los castillos: una tradición del siglo XVI que sigue vigente por la fe en la Virgen del Cisne

Tradición.   Se elaboran castillos de dos o de tres pisos, inclusive de hasta 10.
Tradición.   Se elaboran castillos de dos o de tres pisos, inclusive de hasta 10.

Redacciòn LOJA

El uso del carrizo para la fabricación de los castillos pirotécnicos viene de épocas pasadas. Según el periodista Sergio Abad Villavicencio, estos armatostes son verdaderas obras de arte que, en el momento de la quema, fluyen hermosos y artísticos colores.

La usanza la habría motivado la veneración de los devotos de la Virgen María, de quien los pobladores aseguran que su imagen apareció en la parroquia El Cisne (Loja) en el siglo XVI.

En aquella época, este sitio estaba azotado por una fuerte sequía y plagas en los sembríos, que llevó a que los moradores decidieran huir. Pero en ese instante, la Virgen se habría presentado y les habría dicho que no se marcharan, que en ese territorio se construyera una capilla en su honor. Les dio la palabra de que las condiciones climáticas cambiarían y ellos tendrían comida todo el año.

La iglesia se erigió y la imagen se bautizó con el nombre de la comarca. Después, la gente quedó asombrada, pues la lluvia cayó y los campos reverdecieron. Con las cosechas terminó la hambruna y por eso sus habitantes acordaron celebrar, cada año, a su patrona con la quema de castillos en su honor.

ACTO. A través de los colores, los priostes expresan la devoción a la Virgen.
ACTO. A través de los colores, los priostes expresan la devoción a la Virgen.

Herencia familiar
Desde hace 42 años, Paulo Macas es parte de esa tradición, y la quema de castillos a los que se agrega la pirotecnia es el legado que a su familia le dejó su abuelo Francisco Macas, quien falleció a los 88 años. Sin embargo, la herencia de la fabricación de esos armatostes permanece intacta y en su familia todavía se fabrican.

EL DATO
El carrizo en estado natural puede alcanzar los cuatro metros de altura y cuatro centímetros de diámetro. La costumbre establece, según Paulo, que sin la Virgen del Cisne no hay castillos pirotécnicos (los ofrecen en su honor); y estos no existirían sin la devoción de los azuayos que llegan desde Cuenca (Azuay) -por la cercanía- para alagar la imagen religiosa, a la cual coloquialmente llaman como la ‘Churonita’.

Así, estas estructuras agrupan a los peregrinos. Ellos, durante los primeros días de septiembre, antes del 8, las queman en las noches y ello lleva a que los creyentes se congreguen en los alrededores de la iglesia Catedral. Desde allí observan el ritual de la quema.

Sigue el legado
En la actualidad, dos de los hijos de Francisco Macas construyen los castillos para los priostes azuayos, quienes a sus agrupaciones las han bautizado con las primeras fechas de septiembre. Ellos son los que contratan a los artesanos para la elaboración de esos artefactos. “Para el viernes 6 de septiembre, una asociación de priostes azuayos contrató a mi tío para que hiciera tres castillos que se quemaron en honor a la Virgen del Cisne”, señala Paulo y agrega que entre varios priostes se dividen los gastos.

“Sé que otros traen los castillos de varias partes, desde Cuenca; acá los arman y luego los queman”, comenta.

Los priostes azuayos son los que ‘prenden’ la fiesta con la quema de los castillos, debidamente autorizados. Estas construcciones ‘esperan’ el momento preciso para arder y con ello seguir manteniendo una tradición de 500 años.

Devoción
° El periodista Sergio Abad Villavicencio reconoce que la tradición de la fiesta es una de las más antiguas de Loja, de Ecuador y de América Latina. Y con la devoción a la Virgen del Cisne se instituye la feria de septiembre, que según él, congrega a uno dos millones de personas que arriban a la localidad para venerar a la imagen.

“Cada agosto Loja se reviste de un fervor religioso para traer a su ‘Viajerita’ desde El Cisne a nuestra ciudad”, menciona.