Limpieza en la Función Judicial

CARLOS CONCHA JIJÓN

Hablar sobre los jueces, fiscales y defensores públicos y decir que todos son corruptos resulta una exageración y un despropósito imperdonable, porque se ofende a quienes sí cumplen con normalidad, apegados a las disposiciones legales. El problema está en determinar por simple deducción o por dimes y diretes, una valoración para todos; decir por parte de un ciudadano que los jueces y fiscales son corruptos y otro replica: “de que los hay, los hay” son palabras que bien pueden ser consideradas como juicios a priori, que no tienen un sustento veraz.

Sin embargo, hemos vivido una larga y cruel realidad sobre lo que ha sido la aplicación de justicia en el país, que ha dejado profundas huellas de claras violaciones en la aplicación de justicia, por parte de algunos jueces, fiscales y defensores públicos, llamados aborregados, durante el período denominado del correato, en donde muchas sentencias eran amañadas y dispuestas para ser cumplidas rigurosamente por los encargados de administrar justicia, que llegaron a esas funciones como un favor y que tuvieron que pagarlo con sentencias direccionadas con perversidad, para perjudicar a las personas juzgadas como enemigas del régimen y en otros casos librar al infractor de una sentencia condenatoria, por una gratificación inmoral.

La Función Judicial en esos tiempos fue manoseada descaradamente, dejando a la justicia prisionera de los sátrapas, que se adueñaron del poder judicial y pretendieron hacernos creer, engañando al pueblo ecuatoriano, que el futuro promisorio llegaría y entonces se cubrieron con postulados de una falsa revolución, que terminó siendo de “robolución”, que les permitió dar tremendos zarpazos a través de una serie de artimañas. Hoy haciendo una especie de limpia de la Función Judicial, la Judicatura ha procedido a destituir a 47 funcionarios judiciales, que se dejaron crecer las uñas para cometer acciones calificadas con presunción de irregularidades.

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