En jaque

CARLOS TRUJILLO SIERRA

Muy posiblemente, usted -al igual que muchos otros- de primeras pensó en ‘hacker’. El uno en español, el otro en inglés. Suenan parecido. Jaque, todos los que hayan oído hablar de ajedrez tienen una idea (exacta, aproximada, equivocada) pero algo inquietante, refleja preocupación, implica una ansiedad ávida, algo perturbador, de mal augurio.

Ahorita, es el aborto por violación, negado por unos pelos, demostrando desinformación (ni siquiera conocen la doctrina de Santo Tomás de Aquino -hace 700 años- Doctor Angélico de la Iglesia Católica ni los comentarios -hace menos de 20 años de Umberto Eco, el semiólogo autor de ‘En nombre de la rosa’ como tampoco entienden y por no entenderlo rechazan el laicismo, fundamento básico de los estados modernos y en el colmo de los contubernios dos adversarios acérrimos y soterrados -católicos y evangélicos- gritan jubilosos, se abrazan y se besan tras vencer a los -no diré pro aborto pero sí civilistas, tolerantes y víctimas del fanatismo retrógrado).

Se necesita -para muchos asuntos- tino, estudios profundos y una organización eficaz, para asuntos como el uso de la marihuana -para despistar recurrieron al nombre científico de cannabis- pero el Estado está desbordado con problemas del siglo XXI: minería ilegal, contrabando, narcotráfico, esclavitud y criminalidad callejera. Mentalidades del 1700 antes de la Revolución Francesa y la Declaración Universal de los Derechos Humanos quieren imponerse en este malhadado nuevo milenio.

Unas líneas sobre los ‘hackers’ y su acción: Perdonen el híbrido que vaya usar, el hackeo, raíz inglesa, terminación española, una muestra del spanglish, bueno, hackers son genios informáticos, maliciosos como duendes, peligrosos como criminales, que se burlan y logran derrotar a otros genios informáticos que se esfuerzan por proteger la legalidad. Señor Ministro: si no hubo ‘hackeo’, el robo fue casa adentro, acto aleve y traidor.

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