Los mensajes de Ampuero

Diego Cazar Baquero

La llegada de María Fernanda Ampuero a la gerencia del Plan Nacional del Libro y la Lectura ha traído frescura para el mohoso mundo editorial local. Desde el 31 de julio –cuando se anunció su nombre para asumir el puesto– la desidia y la frustración instauradas se transformaron en expectativa y en votos de confianza.

A menos de dos meses de su nombramiento, la escritora y periodista guayaquileña de 43 años promete que una feria del libro –y en particular la XII Feria Internacional del Libro de Quito– puede ser mucho más que un acto proselitista, una fiesta de galas o una kermés colegial. Aun con un presupuesto de apenas 700.000 dólares.

Ser cronista y cuentista, haber residido en España y en México, haber sentido a flor de piel el drama de la migración y ser mujer en un mundo de machos, constituyen rasgos de una marca Ampuero para la FIL Quito 2019, signada por los que ella llama ‘los autores de la diáspora’. Lupe Rumazo (residente en Venezuela), Sabrina Duque (radicada en Nicaragua) y Mónica Ojeda (quien vive en España) son solo algunos de esos nombres que no habrían preferido los burócratas de antes. Los nombres de “las asesinadas del machismo literario”. Los argentinos Samanta Schweblin y Ricardo Liniers, el ecuatoriano-chileno Alberto Montt o el mexicano Alberto Chimal son también reflejo de esa mirada desenmohecida.

María Fernanda sabe que el aparato editorial tradicional se ha anquilosado en el onanismo y en la endogamia masculina, y sabe del florecimiento de editoriales independientes como Doble Rostro, Turbina, Deidayvuelta, Cactus Pink, Ruido Blanco y El Fakir, entre tantas otras que merecen más que atención. Todas ellas son lecciones vivas de que al libro hay que parirlo con amor y velar por su cuidado en su etapa de circulación.

María Fernanda Ampuero promete representar la tumba del ególatra burócrata. Y por tamaña responsabilidad ética y pública también tiene la tarea de lidiar con el monstruoso ‘superyo’ que todo escritor lleva consigo. Aquí reside la expectativa mayor: la marca de la trascendencia común.

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