Quito reclama que ‘hay más plástico que sentido común’ en la Tierra

Foto: EFE
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Quito, EFE

Medio millar de jóvenes protagonizaron este viernes una marcha en Quito, y se sumaron a la huelga mundial contra la crisis climática con un contundente reclamo: «Hay más plástico que sentido común» en el planeta.

Indignados porque Ecuador también está sufriendo los efectos de la crisis climática, los jóvenes pidieron más acciones al Gobierno y un mayor diálogo con otras naciones para trabajar en conjunto para afrontar la emergencia medioambiental.

«Estamos saltándonos nuestras lecciones para darte una», indicaba un gran cartel sobre fondo negro que portaron algunos de los participantes en la manifestación.

Juan Castillo, integrante del movimiento Juventud por el Clima, también conocido como «Fridays For Future» (FFF), dijo a Efe que con la manifestación los jóvenes quieren «exigir al Gobierno que declare la emergencia climática» ante las consecuencias que sufre el país.

Como ejemplo de los efectos en Ecuador, Castillo mencionó el deshielo de los nevados y también problemas de sequía en la región Amazónica.

«Hay más plástico que sentido común», se leía en un gran cartel que exhibían los manifestantes en la marcha, que comenzó en un parque en el centro norte de Quito, hizo una parada junto a la Asamblea Nacional y tenía previsto proseguir hasta el casco colonial, donde se encuentra el palacio de Carondelet, sede del Ejecutivo.

La portadora de la pancarta, Natalia Mora dijo a Efe que hay que «pensar un poco más en lo que consumimos y ser más conscientes de que cada cosa que compramos es un minuto menos para el planeta».

Artista, graduada de ilustradora, la joven aseguró que «no importa la religión o la ideología», pues la lucha por salvar el planeta compete «a todos».

La caminata protagonizada por profesores y alumnos de colegios, así como por estudiantes universitarios, se desarrolló de manera pacífica, con la repetición de consignas para expresar su preocupación.

«No más mecheros, sáquenlos de aquí, que la Amazonía tiene que vivir»; «Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, que la Amazonía tiene que vivir», gritaban los jóvenes en referencia a la región de donde sale el petróleo que, junto a la recaudación de impuestos, financia gran parte del presupuesto general del Estado.

La caravana juvenil, a la que escoltaban policías en motocicletas, también arengaban a los observadores: «Se ve, se siente, el planeta está caliente».

«¿Dónde está América Latina?», preguntaban unos, «Estamos en las calles luchando por el clima», respondían otros en la movilización a la que acudieron niños de unos diez años.
Una dramática representación mostraba a cinco jóvenes con máscaras, hechas de botellas de plástico recicladas y unidas con una cuerda a pequeños frascos cerrados que contenían una planta.

Además de Quito, los jóvenes convocaron marchas similares en Guayaquil, Cuenca, Riobamba, Manta y Quevedo.

En la de la capital ecuatoriana, los jóvenes hicieron hincapié en la necesidad de cambiar los patrones de consumo.

«La carne es peor para el calentamiento global que los autos», se leía en un cartel que agregaba: «En un año sin comer carne salvas 3.432 árboles; comer carne incrementa tu riesgo de enfermedades del corazón en 50 %».

Al igual que en otras urbes del planeta, los jóvenes ecuatorianos exhortaron a comer «productos sostenibles y sin dañar a los animales», según rezaba otro cartel y junto al dibujo de un abrigo de piel se leía la leyenda: «Tu abrigo está lleno de sufrimiento y sangre».

Entre las exigencias de los concentrados figuraban que se recicle, se conserve el agua, se planten árboles y se «compre responsablemente», a las que se sumó la de un profesor del colegio San Gabriel, Jorge Fonseca, que llamó a que desde la casa se eduque a los estudiantes en el cuidado de la biodiversidad.

Wilson Merino coordinador del Cabildo Cívico de Quito, consideró que se deben tomar «acciones inmediatas» frente a las «catástrofes que podrían ocurrir en el futuro».

«La clase política mundial nos ha fallado. La desigualdad, la pobreza cada vez se ha acentuado más; los daños ambientales cada vez son más grandes», aseguró a Efe y mostró un rayo de esperanza en que «la alternativa el día de hoy está en los millenials, en jóvenes, en los niños que quieren participar mucho más activamente en la vida democrática».