El cuy, detector infalible de enfermedades

SANACIÓN. El cuerpo del paciente es frotado con el animal, empezando por la cabeza.
SANACIÓN. El cuerpo del paciente es frotado con el animal, empezando por la cabeza.
SANACIÓN. El cuerpo del paciente es frotado con el animal, empezando por la cabeza.
SANACIÓN. El cuerpo del paciente es frotado con el animal, empezando por la cabeza.
SANACIÓN. El cuerpo del paciente es frotado con el animal, empezando por la cabeza.
SANACIÓN. El cuerpo del paciente es frotado con el animal, empezando por la cabeza.
SANACIÓN. El cuerpo del paciente es frotado con el animal, empezando por la cabeza.
SANACIÓN. El cuerpo del paciente es frotado con el animal, empezando por la cabeza.

El ritual devuelve el bienestar, detecta problemas de salud y armoniza la relación del hombre con la naturaleza.

Redacción TUNGURAHUA.

El cuy, más conocido en el resto del mundo como conejillo de indias, es un animal sagrado para las culturas ancestrales de la región andina. Su imagen está relacionada con la purificación del alma, la sabiduría y la buena fortuna.

En los pueblos indígenas de la Sierra los yachak, conocidos también como ‘curanderos’ o ‘chamanes’, todavía mantienen la tradicional ‘limpia con cuy’, un procedimiento de la medicina popular que dota de vigor al cuerpo y alivia malestares.

“Los conocimientos de nuestros antepasados no pueden morir con la gente, hay que transmitirlos a las nuevas generaciones”, manifiesta Francisca Wapisaca, curandera de la comunidad Angahuana.

Para las curanderas de la zona, ubicada en la parroquia Santa Rosa (Tungurahua), la soba del cuy sirve para el diagnóstico, pronóstico y curación de enfermedades

El ritual devuelve el bienestar, detecta problemas de salud y armoniza la relación del hombre con la naturaleza.

Redacción TUNGURAHUA.

El cuy, más conocido en el resto del mundo como conejillo de indias, es un animal sagrado para las culturas ancestrales de la región andina. Su imagen está relacionada con la purificación del alma, la sabiduría y la buena fortuna.

En los pueblos indígenas de la Sierra los yachak, conocidos también como ‘curanderos’ o ‘chamanes’, todavía mantienen la tradicional ‘limpia con cuy’, un procedimiento de la medicina popular que dota de vigor al cuerpo y alivia malestares.

“Los conocimientos de nuestros antepasados no pueden morir con la gente, hay que transmitirlos a las nuevas generaciones”, manifiesta Francisca Wapisaca, curandera de la comunidad Angahuana.

Para las curanderas de la zona, ubicada en la parroquia Santa Rosa (Tungurahua), la soba del cuy sirve para el diagnóstico, pronóstico y curación de enfermedades

El ritual devuelve el bienestar, detecta problemas de salud y armoniza la relación del hombre con la naturaleza.

Redacción TUNGURAHUA.

El cuy, más conocido en el resto del mundo como conejillo de indias, es un animal sagrado para las culturas ancestrales de la región andina. Su imagen está relacionada con la purificación del alma, la sabiduría y la buena fortuna.

En los pueblos indígenas de la Sierra los yachak, conocidos también como ‘curanderos’ o ‘chamanes’, todavía mantienen la tradicional ‘limpia con cuy’, un procedimiento de la medicina popular que dota de vigor al cuerpo y alivia malestares.

“Los conocimientos de nuestros antepasados no pueden morir con la gente, hay que transmitirlos a las nuevas generaciones”, manifiesta Francisca Wapisaca, curandera de la comunidad Angahuana.

Para las curanderas de la zona, ubicada en la parroquia Santa Rosa (Tungurahua), la soba del cuy sirve para el diagnóstico, pronóstico y curación de enfermedades

El ritual devuelve el bienestar, detecta problemas de salud y armoniza la relación del hombre con la naturaleza.

Redacción TUNGURAHUA.

El cuy, más conocido en el resto del mundo como conejillo de indias, es un animal sagrado para las culturas ancestrales de la región andina. Su imagen está relacionada con la purificación del alma, la sabiduría y la buena fortuna.

En los pueblos indígenas de la Sierra los yachak, conocidos también como ‘curanderos’ o ‘chamanes’, todavía mantienen la tradicional ‘limpia con cuy’, un procedimiento de la medicina popular que dota de vigor al cuerpo y alivia malestares.

“Los conocimientos de nuestros antepasados no pueden morir con la gente, hay que transmitirlos a las nuevas generaciones”, manifiesta Francisca Wapisaca, curandera de la comunidad Angahuana.

Para las curanderas de la zona, ubicada en la parroquia Santa Rosa (Tungurahua), la soba del cuy sirve para el diagnóstico, pronóstico y curación de enfermedades

RITUAL. El cuy debe tener máximo una o dos semanas de nacido.
RITUAL. El cuy debe tener máximo una o dos semanas de nacido.
RITUAL. El cuy debe tener máximo una o dos semanas de nacido.
RITUAL. El cuy debe tener máximo una o dos semanas de nacido.
RITUAL. El cuy debe tener máximo una o dos semanas de nacido.
RITUAL. El cuy debe tener máximo una o dos semanas de nacido.
RITUAL. El cuy debe tener máximo una o dos semanas de nacido.
RITUAL. El cuy debe tener máximo una o dos semanas de nacido.

Ceremonia

Para empezar la terapia, primero es necesario escoger adecuadamente el cuy, según las necesidades de cada caso. Wapisaca explica que el animal debe ser del sexo opuesto al paciente.

El color y la edad también juegan un rol importante: Es preferible que el roedor sea de color blanco o negro y que tenga como máximo una o dos semanas de nacido”, agrega la curandera.

La limpia comienza sahumando al cuy. Es decir, soplando humo de incienso sobre este. Luego se toma al animal vivo por las cuatro patas, evitando agarrarlo del cuello para que no se asfixie, y se lo sobra por todo el cuerpo del paciente.

Luego, el cuy es sacrificado y se realiza el diagnóstico a través de la inspección de la parte externa del animal y examen de los órganos internos.

“Por ejemplo, si el hígado del cuy se encuentra sumamente negro y con un orificio en el interior es sinónimo de que la persona fue ‘cogida por el cerro’ (falta de oxígeno en la altura). También se detecta si tiene ‘mal aire’”, manifiesta María Agualongo, curandera.

Para el examen de los órganos internos se requiere cortar con un cuchillo el abdomen del animal en su parte central, separando la piel hacia ambos costados. Se procede a la observación y palpación de genitales, intestinos, riñones, páncreas, estómago, hígado y vesícula.

Se corta el diafragma, se ven los pulmones y el corazón, se continúa con la garganta y, finalmente, se despelleja la cabeza del roedor liberando el cráneo. Mediante la limpia se devuelve el bienestar al paciente, creando un equilibrio y unidad con la naturaleza, el entorno (familia, amigos y demás personas de la comunidad) y con él mismo. (DLH)

«Con los saberes de la casa es más fácil calmar las dolencias”.

María Agualongo,
curandera.

Ceremonia

Para empezar la terapia, primero es necesario escoger adecuadamente el cuy, según las necesidades de cada caso. Wapisaca explica que el animal debe ser del sexo opuesto al paciente.

El color y la edad también juegan un rol importante: Es preferible que el roedor sea de color blanco o negro y que tenga como máximo una o dos semanas de nacido”, agrega la curandera.

La limpia comienza sahumando al cuy. Es decir, soplando humo de incienso sobre este. Luego se toma al animal vivo por las cuatro patas, evitando agarrarlo del cuello para que no se asfixie, y se lo sobra por todo el cuerpo del paciente.

Luego, el cuy es sacrificado y se realiza el diagnóstico a través de la inspección de la parte externa del animal y examen de los órganos internos.

“Por ejemplo, si el hígado del cuy se encuentra sumamente negro y con un orificio en el interior es sinónimo de que la persona fue ‘cogida por el cerro’ (falta de oxígeno en la altura). También se detecta si tiene ‘mal aire’”, manifiesta María Agualongo, curandera.

Para el examen de los órganos internos se requiere cortar con un cuchillo el abdomen del animal en su parte central, separando la piel hacia ambos costados. Se procede a la observación y palpación de genitales, intestinos, riñones, páncreas, estómago, hígado y vesícula.

Se corta el diafragma, se ven los pulmones y el corazón, se continúa con la garganta y, finalmente, se despelleja la cabeza del roedor liberando el cráneo. Mediante la limpia se devuelve el bienestar al paciente, creando un equilibrio y unidad con la naturaleza, el entorno (familia, amigos y demás personas de la comunidad) y con él mismo. (DLH)

«Con los saberes de la casa es más fácil calmar las dolencias”.

María Agualongo,
curandera.

Ceremonia

Para empezar la terapia, primero es necesario escoger adecuadamente el cuy, según las necesidades de cada caso. Wapisaca explica que el animal debe ser del sexo opuesto al paciente.

El color y la edad también juegan un rol importante: Es preferible que el roedor sea de color blanco o negro y que tenga como máximo una o dos semanas de nacido”, agrega la curandera.

La limpia comienza sahumando al cuy. Es decir, soplando humo de incienso sobre este. Luego se toma al animal vivo por las cuatro patas, evitando agarrarlo del cuello para que no se asfixie, y se lo sobra por todo el cuerpo del paciente.

Luego, el cuy es sacrificado y se realiza el diagnóstico a través de la inspección de la parte externa del animal y examen de los órganos internos.

“Por ejemplo, si el hígado del cuy se encuentra sumamente negro y con un orificio en el interior es sinónimo de que la persona fue ‘cogida por el cerro’ (falta de oxígeno en la altura). También se detecta si tiene ‘mal aire’”, manifiesta María Agualongo, curandera.

Para el examen de los órganos internos se requiere cortar con un cuchillo el abdomen del animal en su parte central, separando la piel hacia ambos costados. Se procede a la observación y palpación de genitales, intestinos, riñones, páncreas, estómago, hígado y vesícula.

Se corta el diafragma, se ven los pulmones y el corazón, se continúa con la garganta y, finalmente, se despelleja la cabeza del roedor liberando el cráneo. Mediante la limpia se devuelve el bienestar al paciente, creando un equilibrio y unidad con la naturaleza, el entorno (familia, amigos y demás personas de la comunidad) y con él mismo. (DLH)

«Con los saberes de la casa es más fácil calmar las dolencias”.

María Agualongo,
curandera.

Ceremonia

Para empezar la terapia, primero es necesario escoger adecuadamente el cuy, según las necesidades de cada caso. Wapisaca explica que el animal debe ser del sexo opuesto al paciente.

El color y la edad también juegan un rol importante: Es preferible que el roedor sea de color blanco o negro y que tenga como máximo una o dos semanas de nacido”, agrega la curandera.

La limpia comienza sahumando al cuy. Es decir, soplando humo de incienso sobre este. Luego se toma al animal vivo por las cuatro patas, evitando agarrarlo del cuello para que no se asfixie, y se lo sobra por todo el cuerpo del paciente.

Luego, el cuy es sacrificado y se realiza el diagnóstico a través de la inspección de la parte externa del animal y examen de los órganos internos.

“Por ejemplo, si el hígado del cuy se encuentra sumamente negro y con un orificio en el interior es sinónimo de que la persona fue ‘cogida por el cerro’ (falta de oxígeno en la altura). También se detecta si tiene ‘mal aire’”, manifiesta María Agualongo, curandera.

Para el examen de los órganos internos se requiere cortar con un cuchillo el abdomen del animal en su parte central, separando la piel hacia ambos costados. Se procede a la observación y palpación de genitales, intestinos, riñones, páncreas, estómago, hígado y vesícula.

Se corta el diafragma, se ven los pulmones y el corazón, se continúa con la garganta y, finalmente, se despelleja la cabeza del roedor liberando el cráneo. Mediante la limpia se devuelve el bienestar al paciente, creando un equilibrio y unidad con la naturaleza, el entorno (familia, amigos y demás personas de la comunidad) y con él mismo. (DLH)

«Con los saberes de la casa es más fácil calmar las dolencias”.

María Agualongo,
curandera.