CARLOS TRUJILLO SIERRA
A ratos me siento anacrónico, pero reacciono y sigo adelante en esta guerra (qué más da) contra el fanatismo, la prepotencia y el ansia de imponernos a los otros. En estos momentos -y tiempo- mi cerebro es un avispero, rechazo la propaganda envilecedora, la tergiversación malévola. Viejitos, colegas, jubilados y oigan también los mozos -no se presten a las fotos y cantos de alabanza al Presidente y sus íntimos-, realmente no les deseo un final mejor al que vivimos la mayoría, recuerden los bonos son buenos para los jóvenes que tienen un futuro por delante, no para los viejos a los cuales ya solo les queda un pasado.
Pero hablemos de la parición: El acto de parir las hembras (y solo ellas, sean humanas o bestias). Por imposibilidad física y mental el hombre (y todo macho) no lo puede entender y peor experimentar, hay hombres que solo acompañando a sus parejas en la sala de parto se desmayan. Que la religión dice esto, que la moral dice este otro, la civilización, el año en el que vivimos nos dice otras cosas, en este siglo XXI de la era cristiana, los estados son laicos. En el Ecuador -casi 125 años que los hemos vivido- con terribles y solapados ataques al laicismo que Eloy Alfaro lo consagró y encarnó en nuestra legislación en 1906.
Las presiones contra el aborto son imperialistas, fanáticas y tiránicas. Tú no me puedes decir a qué Dios debo o no debo adorar. Todos sabemos o hemos visto los esfuerzos extremos sufridos por la mujer ante el parto, en las declaraciones ante la prensa, ahora vemos la misma y mayor angustia y enredos en ministros y altos funcionarios defendiendo que la traición interna de la venta de información confidencial, es un signo de transparencia. El sigilo profesional de los médicos viene desde hace milenios y ya es universal.
Ningún mercader monstruoso ni ningún funcionario ignorante tienen el derecho de apropiarse de la historia clínica de un niño o de un adulto y comerciar con ella. Todo está en Internet, pero en muchas cabezas no hay nada.