¿Industria cultural?

Pablo Escandón Montenegro

Es una pregunta retórica, de la que sabemos su respuesta: no existe en este país, pues las editoriales, el audiovisual y la música no son industrias, máximo llegarán a ser “emprendimientos”, al tono de las modas actuales, tan fugaces.

En lo editorial, basta con mirar las ferias de libro: los gerentes, promotores y organizadores son grupo selecto de amigos que se invitan entre sí y que, por obvias razones, no pueden ver más allá de sus filias y sus fobias. No son gestores que hayan desarrollado la industria editorial con una lógica de negocio e innovación, sino desde sus perspectivas estéticas.

En la música no hay un estudio de grabación fuerte, un verdadero promotor, un descubridor de talento. Tan solo compradores de franquicias que no aportan a ningún género, porque son productos perecibles gracias a los “realities” que se reproducen en la televisión.

Lo audiovisual es lo más cercano al concepto de industria cultural con las producciones más recientes y el constante crecimiento y apoyo institucional del Estado, así como la formación desde universidades e institutos. Pero mientras no filman, son productores corporativos o institucionales.

La economía naranja, tan cacareada por el Ministro y el Gobierno, no es tal ni existe un gajo de esa economía que podamos ver como infusión de progreso en la cotidianidad. A nadie le interesa lo que suceda con la industria editorial y las librerías, pocos son los que recuerdan que hubo disqueras nacionales. Los productores cinematográficos son los más destacados.

En las radios no suenan los verdaderos creadores que aportan a la música del país. En las grandes cadenas de exhibición, las películas nacionales no pasan de estar una semana en cartelera. Y en las librerías de otros países, no hay sellos ecuatorianos en las estanterías. ¿Hay una industria cultural y creativa que gotea con su economía naranja?

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