PAPARRUCHA

Desde hace ya, mucho tiempo, estamos sometidos a una nueva moda. El idioma materno se ha enriquecido o empobrecido, según quien lo diga, debido a la invasión de nuevas palabras, originarias mayoritariamente del inglés. Usamos en cualquier situación palabras que no corresponden a nuestra lengua y lo hacemos sin ningún empacho.

Las nuevas tecnologías son la fuente de donde, mayoritariamente, vienen esas palabras: click, backap, Tablet, ipad, net, internet, son entre muchas otras las que usamos diariamente en nuestra vida.

De todas ellas, hoy quiero llamar la atención a una nueva forma de nominar a las falsas noticias: Fake news. Palabra que la usan, especialmente, los políticos y los comentaristas, pero que en nuestra cotidianidad es muy peligrosa porque esa palabra, no solo que contamina nuestro idioma, sino que su significado muy profundo quiere decir que, intencionalmente, nos están manipulando, nos esconden la verdad, y crean una ilusoria realidad.

Ahora se conoce que esta “herramienta” ha sido usada por los jefes de campañas electorales, desde hace décadas, pero en nuestro país, su historia se remonta apenas hace algo más de una década. Los “trolls” u oficinas de mensajes políticos recopilan informaciones, imágenes, fotografías, videos o películas de todos los actores políticos, para volver a usarlas conforme a sus conveniencias. Las repiten y las reenvían en las redes sociales, sacándolas de contexto, las editan para que dichos actores aparezcan diciendo tal o cual frase, adaptándola a situaciones que nada tienen que ver con las que sucedían cuando fueron dichas; de pronto aparecen fotos de comunicados oficiales de tal o cual institución, redactados de tal forma que parecen ser verdaderos, pero que, en realidad, solo son mentiras.

Estas “fake news”, circulan en las redes sociales con facilidad y quienes las reciben están expuestas a ellas; sus reacciones están condicionadas a ellas.

En estos días de convulsión social que vive el Ecuador, estas paparruchas han proliferado. Partidarios del gobierno o de los grupos sociales que protestan, hacen uso de estas mentiras intentando manipular la reacción popular. De esta manera se cumple el adagio: “el fin justifica los medios”. Pero no, por encima de los intereses particulares está la verdad y el destino del país.

Debemos permanecer atentos a estas paparruchas, analizarlas y criticarlas a fin de no caer en mentiras y manipulaciones enfermizas propias de los cobardes que se esconden tras una computadora para enviar mensajes, a sabiendas de su falsedad, que pueden trastocar el curso inmediato de los acontecimientos políticos.

Desde hace ya, mucho tiempo, estamos sometidos a una nueva moda. El idioma materno se ha enriquecido o empobrecido, según quien lo diga, debido a la invasión de nuevas palabras, originarias mayoritariamente del inglés. Usamos en cualquier situación palabras que no corresponden a nuestra lengua y lo hacemos sin ningún empacho.

Las nuevas tecnologías son la fuente de donde, mayoritariamente, vienen esas palabras: click, backap, Tablet, ipad, net, internet, son entre muchas otras las que usamos diariamente en nuestra vida.

De todas ellas, hoy quiero llamar la atención a una nueva forma de nominar a las falsas noticias: Fake news. Palabra que la usan, especialmente, los políticos y los comentaristas, pero que en nuestra cotidianidad es muy peligrosa porque esa palabra, no solo que contamina nuestro idioma, sino que su significado muy profundo quiere decir que, intencionalmente, nos están manipulando, nos esconden la verdad, y crean una ilusoria realidad.

Ahora se conoce que esta “herramienta” ha sido usada por los jefes de campañas electorales, desde hace décadas, pero en nuestro país, su historia se remonta apenas hace algo más de una década. Los “trolls” u oficinas de mensajes políticos recopilan informaciones, imágenes, fotografías, videos o películas de todos los actores políticos, para volver a usarlas conforme a sus conveniencias. Las repiten y las reenvían en las redes sociales, sacándolas de contexto, las editan para que dichos actores aparezcan diciendo tal o cual frase, adaptándola a situaciones que nada tienen que ver con las que sucedían cuando fueron dichas; de pronto aparecen fotos de comunicados oficiales de tal o cual institución, redactados de tal forma que parecen ser verdaderos, pero que, en realidad, solo son mentiras.

Estas “fake news”, circulan en las redes sociales con facilidad y quienes las reciben están expuestas a ellas; sus reacciones están condicionadas a ellas.

En estos días de convulsión social que vive el Ecuador, estas paparruchas han proliferado. Partidarios del gobierno o de los grupos sociales que protestan, hacen uso de estas mentiras intentando manipular la reacción popular. De esta manera se cumple el adagio: “el fin justifica los medios”. Pero no, por encima de los intereses particulares está la verdad y el destino del país.

Debemos permanecer atentos a estas paparruchas, analizarlas y criticarlas a fin de no caer en mentiras y manipulaciones enfermizas propias de los cobardes que se esconden tras una computadora para enviar mensajes, a sabiendas de su falsedad, que pueden trastocar el curso inmediato de los acontecimientos políticos.

Desde hace ya, mucho tiempo, estamos sometidos a una nueva moda. El idioma materno se ha enriquecido o empobrecido, según quien lo diga, debido a la invasión de nuevas palabras, originarias mayoritariamente del inglés. Usamos en cualquier situación palabras que no corresponden a nuestra lengua y lo hacemos sin ningún empacho.

Las nuevas tecnologías son la fuente de donde, mayoritariamente, vienen esas palabras: click, backap, Tablet, ipad, net, internet, son entre muchas otras las que usamos diariamente en nuestra vida.

De todas ellas, hoy quiero llamar la atención a una nueva forma de nominar a las falsas noticias: Fake news. Palabra que la usan, especialmente, los políticos y los comentaristas, pero que en nuestra cotidianidad es muy peligrosa porque esa palabra, no solo que contamina nuestro idioma, sino que su significado muy profundo quiere decir que, intencionalmente, nos están manipulando, nos esconden la verdad, y crean una ilusoria realidad.

Ahora se conoce que esta “herramienta” ha sido usada por los jefes de campañas electorales, desde hace décadas, pero en nuestro país, su historia se remonta apenas hace algo más de una década. Los “trolls” u oficinas de mensajes políticos recopilan informaciones, imágenes, fotografías, videos o películas de todos los actores políticos, para volver a usarlas conforme a sus conveniencias. Las repiten y las reenvían en las redes sociales, sacándolas de contexto, las editan para que dichos actores aparezcan diciendo tal o cual frase, adaptándola a situaciones que nada tienen que ver con las que sucedían cuando fueron dichas; de pronto aparecen fotos de comunicados oficiales de tal o cual institución, redactados de tal forma que parecen ser verdaderos, pero que, en realidad, solo son mentiras.

Estas “fake news”, circulan en las redes sociales con facilidad y quienes las reciben están expuestas a ellas; sus reacciones están condicionadas a ellas.

En estos días de convulsión social que vive el Ecuador, estas paparruchas han proliferado. Partidarios del gobierno o de los grupos sociales que protestan, hacen uso de estas mentiras intentando manipular la reacción popular. De esta manera se cumple el adagio: “el fin justifica los medios”. Pero no, por encima de los intereses particulares está la verdad y el destino del país.

Debemos permanecer atentos a estas paparruchas, analizarlas y criticarlas a fin de no caer en mentiras y manipulaciones enfermizas propias de los cobardes que se esconden tras una computadora para enviar mensajes, a sabiendas de su falsedad, que pueden trastocar el curso inmediato de los acontecimientos políticos.

Desde hace ya, mucho tiempo, estamos sometidos a una nueva moda. El idioma materno se ha enriquecido o empobrecido, según quien lo diga, debido a la invasión de nuevas palabras, originarias mayoritariamente del inglés. Usamos en cualquier situación palabras que no corresponden a nuestra lengua y lo hacemos sin ningún empacho.

Las nuevas tecnologías son la fuente de donde, mayoritariamente, vienen esas palabras: click, backap, Tablet, ipad, net, internet, son entre muchas otras las que usamos diariamente en nuestra vida.

De todas ellas, hoy quiero llamar la atención a una nueva forma de nominar a las falsas noticias: Fake news. Palabra que la usan, especialmente, los políticos y los comentaristas, pero que en nuestra cotidianidad es muy peligrosa porque esa palabra, no solo que contamina nuestro idioma, sino que su significado muy profundo quiere decir que, intencionalmente, nos están manipulando, nos esconden la verdad, y crean una ilusoria realidad.

Ahora se conoce que esta “herramienta” ha sido usada por los jefes de campañas electorales, desde hace décadas, pero en nuestro país, su historia se remonta apenas hace algo más de una década. Los “trolls” u oficinas de mensajes políticos recopilan informaciones, imágenes, fotografías, videos o películas de todos los actores políticos, para volver a usarlas conforme a sus conveniencias. Las repiten y las reenvían en las redes sociales, sacándolas de contexto, las editan para que dichos actores aparezcan diciendo tal o cual frase, adaptándola a situaciones que nada tienen que ver con las que sucedían cuando fueron dichas; de pronto aparecen fotos de comunicados oficiales de tal o cual institución, redactados de tal forma que parecen ser verdaderos, pero que, en realidad, solo son mentiras.

Estas “fake news”, circulan en las redes sociales con facilidad y quienes las reciben están expuestas a ellas; sus reacciones están condicionadas a ellas.

En estos días de convulsión social que vive el Ecuador, estas paparruchas han proliferado. Partidarios del gobierno o de los grupos sociales que protestan, hacen uso de estas mentiras intentando manipular la reacción popular. De esta manera se cumple el adagio: “el fin justifica los medios”. Pero no, por encima de los intereses particulares está la verdad y el destino del país.

Debemos permanecer atentos a estas paparruchas, analizarlas y criticarlas a fin de no caer en mentiras y manipulaciones enfermizas propias de los cobardes que se esconden tras una computadora para enviar mensajes, a sabiendas de su falsedad, que pueden trastocar el curso inmediato de los acontecimientos políticos.