Despedida al maestro

MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ

Amables lectores, por error de tipeo en el artículo anterior, hubo el equívoco siglo XI por siglo XXI, ofrezco las sentidas disculpas. A través de los años de existencia, el Colegio Nacional ‘5 de Agosto’ ha brindado los mejores frutos educativos y culturales, legando al país hombres y mujeres probos, de fuste y distinción que han engrandecido el nombre de la ciudad y provincia de Esmeraldas, destacándose dentro y fuera del país.

Me remito en esta ocasión a las décadas de los años 50 y 60. En parte de la historia cincoagostina, se destacaron maestros esmeraldeños y compatriotas oriundos de otros lares, quienes llegaron a entregar su contingente humano y profesional en beneficio de la niñez y juventud, que en el centro educativo se educaban; fue la época en que la carpeta de admisión y distinción profesional (curriculum vitae) valía el puntaje obtenido con dedicación, entrega, sacrificio y exigencia educativa, en donde el estudiante por un punto perdía el año, se rendía examen de suspenso y aplazado y al terminar la primaria se debía obtener 100 puntos en la evaluación para ser aptos al primer curso.

El colegio al que me refiero tenía a su haber la Escuela Anexa ‘Esmeraldas’, óptima en exigencias y lógicamente en maestros. Entre los educadores que en esas décadas brindaron sus conocimientos, se acogió a un gran número de profesionales de la región Interandina, quienes con base a méritos dictaron la enseñanza, algunos fueron mis maestros y luego por méritos ingresé al plantel como docente en 1966, para ser compañera de trabajo junto a muchos que también fueron esmeraldeños, manabitas, orenses, guayaquileños que brindaban su aporte de excelencia a los educandos.

En un numeroso grupo de docentes de la época citada, llegó al ‘Templo Sacro del Bien y del Saber’, don Milton Ildefonso Espinoza Sánchez, oriundo de Cotacachi, para compartir la amistad y el trabajo con prestantes educadores. Le cupo el honor a Milton Espinoza Sánchez ser Inspector General del plantel por varios años; rememorar la labor de Inspección General es hacer historia férrea en la disciplina que solo con la mirada se ordenaba al estudiante.

El don de maestro supo reflejar el amor al trabajo, la distinción a toda prueba y la posición del plantel en la sociedad esmeraldeña. Con la cálida despedida de la partida eterna lo acompañamos a su última morada el lunes 7 del presente mes.

[email protected]

MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ

Amables lectores, por error de tipeo en el artículo anterior, hubo el equívoco siglo XI por siglo XXI, ofrezco las sentidas disculpas. A través de los años de existencia, el Colegio Nacional ‘5 de Agosto’ ha brindado los mejores frutos educativos y culturales, legando al país hombres y mujeres probos, de fuste y distinción que han engrandecido el nombre de la ciudad y provincia de Esmeraldas, destacándose dentro y fuera del país.

Me remito en esta ocasión a las décadas de los años 50 y 60. En parte de la historia cincoagostina, se destacaron maestros esmeraldeños y compatriotas oriundos de otros lares, quienes llegaron a entregar su contingente humano y profesional en beneficio de la niñez y juventud, que en el centro educativo se educaban; fue la época en que la carpeta de admisión y distinción profesional (curriculum vitae) valía el puntaje obtenido con dedicación, entrega, sacrificio y exigencia educativa, en donde el estudiante por un punto perdía el año, se rendía examen de suspenso y aplazado y al terminar la primaria se debía obtener 100 puntos en la evaluación para ser aptos al primer curso.

El colegio al que me refiero tenía a su haber la Escuela Anexa ‘Esmeraldas’, óptima en exigencias y lógicamente en maestros. Entre los educadores que en esas décadas brindaron sus conocimientos, se acogió a un gran número de profesionales de la región Interandina, quienes con base a méritos dictaron la enseñanza, algunos fueron mis maestros y luego por méritos ingresé al plantel como docente en 1966, para ser compañera de trabajo junto a muchos que también fueron esmeraldeños, manabitas, orenses, guayaquileños que brindaban su aporte de excelencia a los educandos.

En un numeroso grupo de docentes de la época citada, llegó al ‘Templo Sacro del Bien y del Saber’, don Milton Ildefonso Espinoza Sánchez, oriundo de Cotacachi, para compartir la amistad y el trabajo con prestantes educadores. Le cupo el honor a Milton Espinoza Sánchez ser Inspector General del plantel por varios años; rememorar la labor de Inspección General es hacer historia férrea en la disciplina que solo con la mirada se ordenaba al estudiante.

El don de maestro supo reflejar el amor al trabajo, la distinción a toda prueba y la posición del plantel en la sociedad esmeraldeña. Con la cálida despedida de la partida eterna lo acompañamos a su última morada el lunes 7 del presente mes.

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MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ

Amables lectores, por error de tipeo en el artículo anterior, hubo el equívoco siglo XI por siglo XXI, ofrezco las sentidas disculpas. A través de los años de existencia, el Colegio Nacional ‘5 de Agosto’ ha brindado los mejores frutos educativos y culturales, legando al país hombres y mujeres probos, de fuste y distinción que han engrandecido el nombre de la ciudad y provincia de Esmeraldas, destacándose dentro y fuera del país.

Me remito en esta ocasión a las décadas de los años 50 y 60. En parte de la historia cincoagostina, se destacaron maestros esmeraldeños y compatriotas oriundos de otros lares, quienes llegaron a entregar su contingente humano y profesional en beneficio de la niñez y juventud, que en el centro educativo se educaban; fue la época en que la carpeta de admisión y distinción profesional (curriculum vitae) valía el puntaje obtenido con dedicación, entrega, sacrificio y exigencia educativa, en donde el estudiante por un punto perdía el año, se rendía examen de suspenso y aplazado y al terminar la primaria se debía obtener 100 puntos en la evaluación para ser aptos al primer curso.

El colegio al que me refiero tenía a su haber la Escuela Anexa ‘Esmeraldas’, óptima en exigencias y lógicamente en maestros. Entre los educadores que en esas décadas brindaron sus conocimientos, se acogió a un gran número de profesionales de la región Interandina, quienes con base a méritos dictaron la enseñanza, algunos fueron mis maestros y luego por méritos ingresé al plantel como docente en 1966, para ser compañera de trabajo junto a muchos que también fueron esmeraldeños, manabitas, orenses, guayaquileños que brindaban su aporte de excelencia a los educandos.

En un numeroso grupo de docentes de la época citada, llegó al ‘Templo Sacro del Bien y del Saber’, don Milton Ildefonso Espinoza Sánchez, oriundo de Cotacachi, para compartir la amistad y el trabajo con prestantes educadores. Le cupo el honor a Milton Espinoza Sánchez ser Inspector General del plantel por varios años; rememorar la labor de Inspección General es hacer historia férrea en la disciplina que solo con la mirada se ordenaba al estudiante.

El don de maestro supo reflejar el amor al trabajo, la distinción a toda prueba y la posición del plantel en la sociedad esmeraldeña. Con la cálida despedida de la partida eterna lo acompañamos a su última morada el lunes 7 del presente mes.

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MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ

Amables lectores, por error de tipeo en el artículo anterior, hubo el equívoco siglo XI por siglo XXI, ofrezco las sentidas disculpas. A través de los años de existencia, el Colegio Nacional ‘5 de Agosto’ ha brindado los mejores frutos educativos y culturales, legando al país hombres y mujeres probos, de fuste y distinción que han engrandecido el nombre de la ciudad y provincia de Esmeraldas, destacándose dentro y fuera del país.

Me remito en esta ocasión a las décadas de los años 50 y 60. En parte de la historia cincoagostina, se destacaron maestros esmeraldeños y compatriotas oriundos de otros lares, quienes llegaron a entregar su contingente humano y profesional en beneficio de la niñez y juventud, que en el centro educativo se educaban; fue la época en que la carpeta de admisión y distinción profesional (curriculum vitae) valía el puntaje obtenido con dedicación, entrega, sacrificio y exigencia educativa, en donde el estudiante por un punto perdía el año, se rendía examen de suspenso y aplazado y al terminar la primaria se debía obtener 100 puntos en la evaluación para ser aptos al primer curso.

El colegio al que me refiero tenía a su haber la Escuela Anexa ‘Esmeraldas’, óptima en exigencias y lógicamente en maestros. Entre los educadores que en esas décadas brindaron sus conocimientos, se acogió a un gran número de profesionales de la región Interandina, quienes con base a méritos dictaron la enseñanza, algunos fueron mis maestros y luego por méritos ingresé al plantel como docente en 1966, para ser compañera de trabajo junto a muchos que también fueron esmeraldeños, manabitas, orenses, guayaquileños que brindaban su aporte de excelencia a los educandos.

En un numeroso grupo de docentes de la época citada, llegó al ‘Templo Sacro del Bien y del Saber’, don Milton Ildefonso Espinoza Sánchez, oriundo de Cotacachi, para compartir la amistad y el trabajo con prestantes educadores. Le cupo el honor a Milton Espinoza Sánchez ser Inspector General del plantel por varios años; rememorar la labor de Inspección General es hacer historia férrea en la disciplina que solo con la mirada se ordenaba al estudiante.

El don de maestro supo reflejar el amor al trabajo, la distinción a toda prueba y la posición del plantel en la sociedad esmeraldeña. Con la cálida despedida de la partida eterna lo acompañamos a su última morada el lunes 7 del presente mes.

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