Dile NO

Gabriela Rosero

Cuando escucho frases como al fin se legalizó la ley que permite el consumo de drogas en Ecuador, se me eriza la piel al pensar en todas aquellas familias que tienen un pariente adicto que no ha podido dejar de fumar, inhalar o inyectarse.

Para estas familias su vida se vuelve una incertidumbre, ya que la persona adicta, trae consigo características difíciles de comprender y entender.

Reitero mi posición de mi editorial de la semana pasada, no se trata de aprobar leyes para atacar un fenómeno social, se trata de educar, sensibilizar y concientizar a la sociedad sobre las consecuencias, en este caso del consumo de drogas.

Tuve la oportunidad de conversar con un grupo de muchachos que pertenecen al grupo 24 horas, un centro de acogida para personas con adicciones; todos coinciden en que su adicción se debe a un mismo denominador común: falta de atención, falta de amor, maltrato físico y emocional, abandono, curiosidad y frente a estos las inmensas ganas de llamar la atención.

No pude contener las lágrimas y con un nudo en la garganta, escuchaba cada triste historia; hoy hablamos de DROGAS como algo tan normal, cuando entendamos que bajo el efecto de estas se producen otros fenómenos como: abusos sexuales, maltratos, asesinatos, robo, prostitución, trata de personas, entre otras tantas, comprenderíamos que legalizar la droga no es la mejor opción.

En este centro me encontré con niños entre 12 y 14 años, ¿cómo puede ser posible esto, me preguntaba?, lamentablemente esta es nuestra triste realidad.

¿En dónde están sus familias, pregunté? Se avergüenzan de nosotros dijeron, es con esa respuesta que decidí escribir. Estoy segura que cada uno de nosotros amigo lector tenemos un familiar, un amigo o al menos un conocido pasando por este gran problema.

Dile no a las drogas, ni para tratamiento medicinal, siempre habrá otra alternativa.

Te invito a ser más solidario, despertemos en nosotros ese sentido de humanidad, estas personas no tuvieron la misma valentía con la que tu o yo enfrentamos el día a día. Los ‘ángeles en la tierra’ si existen, no neguemos nuestra ayuda a quienes más lo necesitan y a la primera sospecha, actuemos, no los dejemos caer.

Hoy puede ser un desconocido, mañana puede ser alguien cercano a ti.

Gabriela Rosero

Cuando escucho frases como al fin se legalizó la ley que permite el consumo de drogas en Ecuador, se me eriza la piel al pensar en todas aquellas familias que tienen un pariente adicto que no ha podido dejar de fumar, inhalar o inyectarse.

Para estas familias su vida se vuelve una incertidumbre, ya que la persona adicta, trae consigo características difíciles de comprender y entender.

Reitero mi posición de mi editorial de la semana pasada, no se trata de aprobar leyes para atacar un fenómeno social, se trata de educar, sensibilizar y concientizar a la sociedad sobre las consecuencias, en este caso del consumo de drogas.

Tuve la oportunidad de conversar con un grupo de muchachos que pertenecen al grupo 24 horas, un centro de acogida para personas con adicciones; todos coinciden en que su adicción se debe a un mismo denominador común: falta de atención, falta de amor, maltrato físico y emocional, abandono, curiosidad y frente a estos las inmensas ganas de llamar la atención.

No pude contener las lágrimas y con un nudo en la garganta, escuchaba cada triste historia; hoy hablamos de DROGAS como algo tan normal, cuando entendamos que bajo el efecto de estas se producen otros fenómenos como: abusos sexuales, maltratos, asesinatos, robo, prostitución, trata de personas, entre otras tantas, comprenderíamos que legalizar la droga no es la mejor opción.

En este centro me encontré con niños entre 12 y 14 años, ¿cómo puede ser posible esto, me preguntaba?, lamentablemente esta es nuestra triste realidad.

¿En dónde están sus familias, pregunté? Se avergüenzan de nosotros dijeron, es con esa respuesta que decidí escribir. Estoy segura que cada uno de nosotros amigo lector tenemos un familiar, un amigo o al menos un conocido pasando por este gran problema.

Dile no a las drogas, ni para tratamiento medicinal, siempre habrá otra alternativa.

Te invito a ser más solidario, despertemos en nosotros ese sentido de humanidad, estas personas no tuvieron la misma valentía con la que tu o yo enfrentamos el día a día. Los ‘ángeles en la tierra’ si existen, no neguemos nuestra ayuda a quienes más lo necesitan y a la primera sospecha, actuemos, no los dejemos caer.

Hoy puede ser un desconocido, mañana puede ser alguien cercano a ti.

Gabriela Rosero

Cuando escucho frases como al fin se legalizó la ley que permite el consumo de drogas en Ecuador, se me eriza la piel al pensar en todas aquellas familias que tienen un pariente adicto que no ha podido dejar de fumar, inhalar o inyectarse.

Para estas familias su vida se vuelve una incertidumbre, ya que la persona adicta, trae consigo características difíciles de comprender y entender.

Reitero mi posición de mi editorial de la semana pasada, no se trata de aprobar leyes para atacar un fenómeno social, se trata de educar, sensibilizar y concientizar a la sociedad sobre las consecuencias, en este caso del consumo de drogas.

Tuve la oportunidad de conversar con un grupo de muchachos que pertenecen al grupo 24 horas, un centro de acogida para personas con adicciones; todos coinciden en que su adicción se debe a un mismo denominador común: falta de atención, falta de amor, maltrato físico y emocional, abandono, curiosidad y frente a estos las inmensas ganas de llamar la atención.

No pude contener las lágrimas y con un nudo en la garganta, escuchaba cada triste historia; hoy hablamos de DROGAS como algo tan normal, cuando entendamos que bajo el efecto de estas se producen otros fenómenos como: abusos sexuales, maltratos, asesinatos, robo, prostitución, trata de personas, entre otras tantas, comprenderíamos que legalizar la droga no es la mejor opción.

En este centro me encontré con niños entre 12 y 14 años, ¿cómo puede ser posible esto, me preguntaba?, lamentablemente esta es nuestra triste realidad.

¿En dónde están sus familias, pregunté? Se avergüenzan de nosotros dijeron, es con esa respuesta que decidí escribir. Estoy segura que cada uno de nosotros amigo lector tenemos un familiar, un amigo o al menos un conocido pasando por este gran problema.

Dile no a las drogas, ni para tratamiento medicinal, siempre habrá otra alternativa.

Te invito a ser más solidario, despertemos en nosotros ese sentido de humanidad, estas personas no tuvieron la misma valentía con la que tu o yo enfrentamos el día a día. Los ‘ángeles en la tierra’ si existen, no neguemos nuestra ayuda a quienes más lo necesitan y a la primera sospecha, actuemos, no los dejemos caer.

Hoy puede ser un desconocido, mañana puede ser alguien cercano a ti.

Gabriela Rosero

Cuando escucho frases como al fin se legalizó la ley que permite el consumo de drogas en Ecuador, se me eriza la piel al pensar en todas aquellas familias que tienen un pariente adicto que no ha podido dejar de fumar, inhalar o inyectarse.

Para estas familias su vida se vuelve una incertidumbre, ya que la persona adicta, trae consigo características difíciles de comprender y entender.

Reitero mi posición de mi editorial de la semana pasada, no se trata de aprobar leyes para atacar un fenómeno social, se trata de educar, sensibilizar y concientizar a la sociedad sobre las consecuencias, en este caso del consumo de drogas.

Tuve la oportunidad de conversar con un grupo de muchachos que pertenecen al grupo 24 horas, un centro de acogida para personas con adicciones; todos coinciden en que su adicción se debe a un mismo denominador común: falta de atención, falta de amor, maltrato físico y emocional, abandono, curiosidad y frente a estos las inmensas ganas de llamar la atención.

No pude contener las lágrimas y con un nudo en la garganta, escuchaba cada triste historia; hoy hablamos de DROGAS como algo tan normal, cuando entendamos que bajo el efecto de estas se producen otros fenómenos como: abusos sexuales, maltratos, asesinatos, robo, prostitución, trata de personas, entre otras tantas, comprenderíamos que legalizar la droga no es la mejor opción.

En este centro me encontré con niños entre 12 y 14 años, ¿cómo puede ser posible esto, me preguntaba?, lamentablemente esta es nuestra triste realidad.

¿En dónde están sus familias, pregunté? Se avergüenzan de nosotros dijeron, es con esa respuesta que decidí escribir. Estoy segura que cada uno de nosotros amigo lector tenemos un familiar, un amigo o al menos un conocido pasando por este gran problema.

Dile no a las drogas, ni para tratamiento medicinal, siempre habrá otra alternativa.

Te invito a ser más solidario, despertemos en nosotros ese sentido de humanidad, estas personas no tuvieron la misma valentía con la que tu o yo enfrentamos el día a día. Los ‘ángeles en la tierra’ si existen, no neguemos nuestra ayuda a quienes más lo necesitan y a la primera sospecha, actuemos, no los dejemos caer.

Hoy puede ser un desconocido, mañana puede ser alguien cercano a ti.