Destrucción, victimismo y cinismo

Fredy Cueva Castillo

El país ha vuelto a la calma, los ecuatorianos celebramos la paz y el retorno de la institucionalidad del Estado. La pregunta es: ¿hasta cuándo?, ¿cuánto tiempo nos durará este estado de derecho?

Decía Vargas Llosa: “El desarrollo y la civilización son incompatibles con ciertos fenómenos sociales y el principal de ellos es el colectivismo”, actualmente representado por el indigenismo, de izquierda, que actúa como una máquina propagandística de guerra. “Una sociedad impregnada con esta cultura no desarrolla, no moderniza y no alcanza la civilización”, decía el Nobel de literatura.

Al grito de “ama quilla” (no ser ociosos) “ama llulla” (no mentir) y “ama shua” (no robar) el Ecuador es hoy 2 mil 500 millones de dólares más pobre que hace 15 días; todo esto gracias a un grupo social infectado de resentimiento, que no trabajó ni dejó trabajar, que mintió al decir que otros habían sido los violentos y que robó hasta decir basta.

Es necesario sacar del imaginario nacional aquellas ideas que Rousseau describiera hace 3 siglos respecto al “buen salvaje”, que hacían ver al hombre primigenio como incorrupto, justo y pacífico, y empecemos a ver la realidad de un grupo étnico predispuesto a la barbarie, a la destrucción, al victimismo y al cinismo.

La justicia tiene ahora la obligación de buscar resarcir al país por toda esta destrucción, pero no la justicia indígena, claro que no, lo debe hacer la justicia ecuatoriana, que de paso, debería ser la única justicia que impere en el territorio nacional, al menos mientras el Ecuador continúe siendo un estado unitario.

El país tiene que abrir los ojos y evitar que un grupo de victimarios se declaren víctimas, dejemos de lado nuestro papel de cómodos espectadores que miran como una minoría que tiene por emblema los colores de la bandera Cusco y no el sagrado tricolor nacional, intenten co-redactar decretos que podrían comprometer el desarrollo productivo de nuestro país.

Cuidado y abrimos la puerta para hacer de nuestro hermoso Ecuador un nuevo Kosovo que no terminará de sangrar nunca. (O)

[email protected]

Fredy Cueva Castillo

El país ha vuelto a la calma, los ecuatorianos celebramos la paz y el retorno de la institucionalidad del Estado. La pregunta es: ¿hasta cuándo?, ¿cuánto tiempo nos durará este estado de derecho?

Decía Vargas Llosa: “El desarrollo y la civilización son incompatibles con ciertos fenómenos sociales y el principal de ellos es el colectivismo”, actualmente representado por el indigenismo, de izquierda, que actúa como una máquina propagandística de guerra. “Una sociedad impregnada con esta cultura no desarrolla, no moderniza y no alcanza la civilización”, decía el Nobel de literatura.

Al grito de “ama quilla” (no ser ociosos) “ama llulla” (no mentir) y “ama shua” (no robar) el Ecuador es hoy 2 mil 500 millones de dólares más pobre que hace 15 días; todo esto gracias a un grupo social infectado de resentimiento, que no trabajó ni dejó trabajar, que mintió al decir que otros habían sido los violentos y que robó hasta decir basta.

Es necesario sacar del imaginario nacional aquellas ideas que Rousseau describiera hace 3 siglos respecto al “buen salvaje”, que hacían ver al hombre primigenio como incorrupto, justo y pacífico, y empecemos a ver la realidad de un grupo étnico predispuesto a la barbarie, a la destrucción, al victimismo y al cinismo.

La justicia tiene ahora la obligación de buscar resarcir al país por toda esta destrucción, pero no la justicia indígena, claro que no, lo debe hacer la justicia ecuatoriana, que de paso, debería ser la única justicia que impere en el territorio nacional, al menos mientras el Ecuador continúe siendo un estado unitario.

El país tiene que abrir los ojos y evitar que un grupo de victimarios se declaren víctimas, dejemos de lado nuestro papel de cómodos espectadores que miran como una minoría que tiene por emblema los colores de la bandera Cusco y no el sagrado tricolor nacional, intenten co-redactar decretos que podrían comprometer el desarrollo productivo de nuestro país.

Cuidado y abrimos la puerta para hacer de nuestro hermoso Ecuador un nuevo Kosovo que no terminará de sangrar nunca. (O)

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Fredy Cueva Castillo

El país ha vuelto a la calma, los ecuatorianos celebramos la paz y el retorno de la institucionalidad del Estado. La pregunta es: ¿hasta cuándo?, ¿cuánto tiempo nos durará este estado de derecho?

Decía Vargas Llosa: “El desarrollo y la civilización son incompatibles con ciertos fenómenos sociales y el principal de ellos es el colectivismo”, actualmente representado por el indigenismo, de izquierda, que actúa como una máquina propagandística de guerra. “Una sociedad impregnada con esta cultura no desarrolla, no moderniza y no alcanza la civilización”, decía el Nobel de literatura.

Al grito de “ama quilla” (no ser ociosos) “ama llulla” (no mentir) y “ama shua” (no robar) el Ecuador es hoy 2 mil 500 millones de dólares más pobre que hace 15 días; todo esto gracias a un grupo social infectado de resentimiento, que no trabajó ni dejó trabajar, que mintió al decir que otros habían sido los violentos y que robó hasta decir basta.

Es necesario sacar del imaginario nacional aquellas ideas que Rousseau describiera hace 3 siglos respecto al “buen salvaje”, que hacían ver al hombre primigenio como incorrupto, justo y pacífico, y empecemos a ver la realidad de un grupo étnico predispuesto a la barbarie, a la destrucción, al victimismo y al cinismo.

La justicia tiene ahora la obligación de buscar resarcir al país por toda esta destrucción, pero no la justicia indígena, claro que no, lo debe hacer la justicia ecuatoriana, que de paso, debería ser la única justicia que impere en el territorio nacional, al menos mientras el Ecuador continúe siendo un estado unitario.

El país tiene que abrir los ojos y evitar que un grupo de victimarios se declaren víctimas, dejemos de lado nuestro papel de cómodos espectadores que miran como una minoría que tiene por emblema los colores de la bandera Cusco y no el sagrado tricolor nacional, intenten co-redactar decretos que podrían comprometer el desarrollo productivo de nuestro país.

Cuidado y abrimos la puerta para hacer de nuestro hermoso Ecuador un nuevo Kosovo que no terminará de sangrar nunca. (O)

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Fredy Cueva Castillo

El país ha vuelto a la calma, los ecuatorianos celebramos la paz y el retorno de la institucionalidad del Estado. La pregunta es: ¿hasta cuándo?, ¿cuánto tiempo nos durará este estado de derecho?

Decía Vargas Llosa: “El desarrollo y la civilización son incompatibles con ciertos fenómenos sociales y el principal de ellos es el colectivismo”, actualmente representado por el indigenismo, de izquierda, que actúa como una máquina propagandística de guerra. “Una sociedad impregnada con esta cultura no desarrolla, no moderniza y no alcanza la civilización”, decía el Nobel de literatura.

Al grito de “ama quilla” (no ser ociosos) “ama llulla” (no mentir) y “ama shua” (no robar) el Ecuador es hoy 2 mil 500 millones de dólares más pobre que hace 15 días; todo esto gracias a un grupo social infectado de resentimiento, que no trabajó ni dejó trabajar, que mintió al decir que otros habían sido los violentos y que robó hasta decir basta.

Es necesario sacar del imaginario nacional aquellas ideas que Rousseau describiera hace 3 siglos respecto al “buen salvaje”, que hacían ver al hombre primigenio como incorrupto, justo y pacífico, y empecemos a ver la realidad de un grupo étnico predispuesto a la barbarie, a la destrucción, al victimismo y al cinismo.

La justicia tiene ahora la obligación de buscar resarcir al país por toda esta destrucción, pero no la justicia indígena, claro que no, lo debe hacer la justicia ecuatoriana, que de paso, debería ser la única justicia que impere en el territorio nacional, al menos mientras el Ecuador continúe siendo un estado unitario.

El país tiene que abrir los ojos y evitar que un grupo de victimarios se declaren víctimas, dejemos de lado nuestro papel de cómodos espectadores que miran como una minoría que tiene por emblema los colores de la bandera Cusco y no el sagrado tricolor nacional, intenten co-redactar decretos que podrían comprometer el desarrollo productivo de nuestro país.

Cuidado y abrimos la puerta para hacer de nuestro hermoso Ecuador un nuevo Kosovo que no terminará de sangrar nunca. (O)

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