El titiritero quiso volver

Cansado de ser nadie, el titiritero quiso volver. El escenario había cambiado: ya no era aquel lleno de prosperidad que vendían semana a semana él y sus marionetas; no, ahora fue un escenario lleno de violencia y de mentiras. Por eso, escondido en la oscuridad que le brindaban sus cómplices: aquella banda de delincuentes que mantiene secuestrada a Venezuela, movía a distancia los hilos de la sedición, infiltrándose en movimientos sociales que cayeron fácilmente en la seducción de ser poder, víctimas de su amnesia, pues no hace mucho tiempo ya los había calificado de la peor manera.

Mas, las oportunidades son calvas y nada importó que a su nombre, hordas de delincuentes y agresivos activistas , imprimieran a su manifestación anunciada como pacífica, la mayor violencia: caminos con obstáculos, bombas incendiarias, garrotes, piedras lanzadas contra todos y contra todo, incluso contra ambulancias y coches de bomberos, ciudades sitiadas, algunas privadas de agua potable, y en medio de todo, una ciudadanía inocente que no tuvo oportunidad alguna de opinión, era la víctima de ese desastre, que finalmente habrá de pagar por los daños sufridos, y cuya única protección fue la de una la Policía armada solamente con su valor y lealtad a su pueblo.

Entonces, las marionetas que habían comenzado a recobrar el movimiento, detrás del telón hacían escuchar sus voces anhelando que la situación les permita volver a disfrutar de las delicias de un poder que les enriqueció y además, a ser importantes, siempre que su sumisión les permita el favor del jefe, que con rabia miraba que pese a los enormes costos de la renuncia al planteamiento del gobierno, se le cerraban las oportunidades de volver.

Así. Nunca pudo comenzar la función y los espectadores se retiraban del teatrino con una mezcla de rabia, de nausea y de dolor.

Cansado de ser nadie, el titiritero quiso volver. El escenario había cambiado: ya no era aquel lleno de prosperidad que vendían semana a semana él y sus marionetas; no, ahora fue un escenario lleno de violencia y de mentiras. Por eso, escondido en la oscuridad que le brindaban sus cómplices: aquella banda de delincuentes que mantiene secuestrada a Venezuela, movía a distancia los hilos de la sedición, infiltrándose en movimientos sociales que cayeron fácilmente en la seducción de ser poder, víctimas de su amnesia, pues no hace mucho tiempo ya los había calificado de la peor manera.

Mas, las oportunidades son calvas y nada importó que a su nombre, hordas de delincuentes y agresivos activistas , imprimieran a su manifestación anunciada como pacífica, la mayor violencia: caminos con obstáculos, bombas incendiarias, garrotes, piedras lanzadas contra todos y contra todo, incluso contra ambulancias y coches de bomberos, ciudades sitiadas, algunas privadas de agua potable, y en medio de todo, una ciudadanía inocente que no tuvo oportunidad alguna de opinión, era la víctima de ese desastre, que finalmente habrá de pagar por los daños sufridos, y cuya única protección fue la de una la Policía armada solamente con su valor y lealtad a su pueblo.

Entonces, las marionetas que habían comenzado a recobrar el movimiento, detrás del telón hacían escuchar sus voces anhelando que la situación les permita volver a disfrutar de las delicias de un poder que les enriqueció y además, a ser importantes, siempre que su sumisión les permita el favor del jefe, que con rabia miraba que pese a los enormes costos de la renuncia al planteamiento del gobierno, se le cerraban las oportunidades de volver.

Así. Nunca pudo comenzar la función y los espectadores se retiraban del teatrino con una mezcla de rabia, de nausea y de dolor.

Cansado de ser nadie, el titiritero quiso volver. El escenario había cambiado: ya no era aquel lleno de prosperidad que vendían semana a semana él y sus marionetas; no, ahora fue un escenario lleno de violencia y de mentiras. Por eso, escondido en la oscuridad que le brindaban sus cómplices: aquella banda de delincuentes que mantiene secuestrada a Venezuela, movía a distancia los hilos de la sedición, infiltrándose en movimientos sociales que cayeron fácilmente en la seducción de ser poder, víctimas de su amnesia, pues no hace mucho tiempo ya los había calificado de la peor manera.

Mas, las oportunidades son calvas y nada importó que a su nombre, hordas de delincuentes y agresivos activistas , imprimieran a su manifestación anunciada como pacífica, la mayor violencia: caminos con obstáculos, bombas incendiarias, garrotes, piedras lanzadas contra todos y contra todo, incluso contra ambulancias y coches de bomberos, ciudades sitiadas, algunas privadas de agua potable, y en medio de todo, una ciudadanía inocente que no tuvo oportunidad alguna de opinión, era la víctima de ese desastre, que finalmente habrá de pagar por los daños sufridos, y cuya única protección fue la de una la Policía armada solamente con su valor y lealtad a su pueblo.

Entonces, las marionetas que habían comenzado a recobrar el movimiento, detrás del telón hacían escuchar sus voces anhelando que la situación les permita volver a disfrutar de las delicias de un poder que les enriqueció y además, a ser importantes, siempre que su sumisión les permita el favor del jefe, que con rabia miraba que pese a los enormes costos de la renuncia al planteamiento del gobierno, se le cerraban las oportunidades de volver.

Así. Nunca pudo comenzar la función y los espectadores se retiraban del teatrino con una mezcla de rabia, de nausea y de dolor.

Cansado de ser nadie, el titiritero quiso volver. El escenario había cambiado: ya no era aquel lleno de prosperidad que vendían semana a semana él y sus marionetas; no, ahora fue un escenario lleno de violencia y de mentiras. Por eso, escondido en la oscuridad que le brindaban sus cómplices: aquella banda de delincuentes que mantiene secuestrada a Venezuela, movía a distancia los hilos de la sedición, infiltrándose en movimientos sociales que cayeron fácilmente en la seducción de ser poder, víctimas de su amnesia, pues no hace mucho tiempo ya los había calificado de la peor manera.

Mas, las oportunidades son calvas y nada importó que a su nombre, hordas de delincuentes y agresivos activistas , imprimieran a su manifestación anunciada como pacífica, la mayor violencia: caminos con obstáculos, bombas incendiarias, garrotes, piedras lanzadas contra todos y contra todo, incluso contra ambulancias y coches de bomberos, ciudades sitiadas, algunas privadas de agua potable, y en medio de todo, una ciudadanía inocente que no tuvo oportunidad alguna de opinión, era la víctima de ese desastre, que finalmente habrá de pagar por los daños sufridos, y cuya única protección fue la de una la Policía armada solamente con su valor y lealtad a su pueblo.

Entonces, las marionetas que habían comenzado a recobrar el movimiento, detrás del telón hacían escuchar sus voces anhelando que la situación les permita volver a disfrutar de las delicias de un poder que les enriqueció y además, a ser importantes, siempre que su sumisión les permita el favor del jefe, que con rabia miraba que pese a los enormes costos de la renuncia al planteamiento del gobierno, se le cerraban las oportunidades de volver.

Así. Nunca pudo comenzar la función y los espectadores se retiraban del teatrino con una mezcla de rabia, de nausea y de dolor.