Jóvenes de Salinas de Guaranda quieren recuperar el ‘oro blanco’

PRESENTACIÓN. Así es la presentación de la sal andina, después de horas de trabajo para recoger y cocinar el agua salada.
PRESENTACIÓN. Así es la presentación de la sal andina, después de horas de trabajo para recoger y cocinar el agua salada.
PRESENTACIÓN. Así es la presentación de la sal andina, después de horas de trabajo para recoger y cocinar el agua salada.
PRESENTACIÓN. Así es la presentación de la sal andina, después de horas de trabajo para recoger y cocinar el agua salada.
PRESENTACIÓN. Así es la presentación de la sal andina, después de horas de trabajo para recoger y cocinar el agua salada.
PRESENTACIÓN. Así es la presentación de la sal andina, después de horas de trabajo para recoger y cocinar el agua salada.
PRESENTACIÓN. Así es la presentación de la sal andina, después de horas de trabajo para recoger y cocinar el agua salada.
PRESENTACIÓN. Así es la presentación de la sal andina, después de horas de trabajo para recoger y cocinar el agua salada.

Las minas de sal que están muy cerca de Salinas de Guaranda, en Bolívar, se han convertido en un punto de visita de los turistas que llegan hasta el lugar para conocer cómo los pobladores, hace 40 años, obtenían el producto de manera artesanal.

La actividad de sacar la sal se está perdiendo. Hay pocas personas que siguen con esta tradición, entre ellas María Toalombo, de 88 años. Al parecer los hijos siguen sus pasos, cuenta Gabriel López, quien junto con otros jóvenes, agrupados en la Asociación Cultural Kachiwasi, quieren recuperar esa costumbre, “que es ancestral”.

De acuerdo con el relato de López, la mujer acude a las minas que están muy cerca del centro poblado, y se toma el tiempo necesario para hacer todo el proceso de forma manual.

Conocimiento

López menciona que los jóvenes interesados en rescatar la labor de sacar sal de las minas, conocen todo el procedimiento que años atrás llevaban a cabo “las mujeres andinas”. A ellas les tomaba seis horas acumular el agua salada que brota de las vertientes, hacerla correr por encima de la roca, y recogerla en las chacras (pozos de agua) que se encuentran más abajo. El líquido vital que se concentraba en la chacra era nuevamente acopiada y regada, hasta volverla a llenar. La operación la repetían las veces necesarias, hasta conseguir un líquido salado. La manera de comprobar la salinidad adecuada era cuando flotaba el huevo que colocaban en el agua.

El Dato
La sal andina, como se la conoce, se vende a 2 dólares la libra. Después de saber que la sal estaba concentrada en la chacra, llevaban el agua salada en un pondo de barro, hacia la choza, donde la cocinaban con leña, durante ocho horas o hasta que se evapore el agua y obtener la sal blanca. La moldeaban (en forma de pequeñas pelotas blancas) y las envolvían en paja que acumulaban del páramo, para proteger el producto y evitar que se contamine. López dice que este procedimiento puede ser simplificado en la actualidad, con nuevas técnicas. “Con esto podremos mantener esta tradición ancestral. Los jóvenes no queremos que se pierda”.

Uso medicinal

Las minas de sal le dieron el nombre a Salinas de Guaranda, que fue la tierra de los Tomabela, un pueblo indígena de gran importancia en la Sierra centro.
La sal andina, conocida como ‘oro blanco’, era distribuida casi en todo Ecuador, pero la industrialización y los bajos precios en el mercado perjudicó a esa producción ancestral.

Según Gabriel López, aún se la utiliza como remedio y condimento. “Con esta se curaba el asma y algunas enfermedades respiratorias. También se usa para la cocción de alimentos”. (CM)

Las minas de sal que están muy cerca de Salinas de Guaranda, en Bolívar, se han convertido en un punto de visita de los turistas que llegan hasta el lugar para conocer cómo los pobladores, hace 40 años, obtenían el producto de manera artesanal.

La actividad de sacar la sal se está perdiendo. Hay pocas personas que siguen con esta tradición, entre ellas María Toalombo, de 88 años. Al parecer los hijos siguen sus pasos, cuenta Gabriel López, quien junto con otros jóvenes, agrupados en la Asociación Cultural Kachiwasi, quieren recuperar esa costumbre, “que es ancestral”.

De acuerdo con el relato de López, la mujer acude a las minas que están muy cerca del centro poblado, y se toma el tiempo necesario para hacer todo el proceso de forma manual.

Conocimiento

López menciona que los jóvenes interesados en rescatar la labor de sacar sal de las minas, conocen todo el procedimiento que años atrás llevaban a cabo “las mujeres andinas”. A ellas les tomaba seis horas acumular el agua salada que brota de las vertientes, hacerla correr por encima de la roca, y recogerla en las chacras (pozos de agua) que se encuentran más abajo. El líquido vital que se concentraba en la chacra era nuevamente acopiada y regada, hasta volverla a llenar. La operación la repetían las veces necesarias, hasta conseguir un líquido salado. La manera de comprobar la salinidad adecuada era cuando flotaba el huevo que colocaban en el agua.

El Dato
La sal andina, como se la conoce, se vende a 2 dólares la libra. Después de saber que la sal estaba concentrada en la chacra, llevaban el agua salada en un pondo de barro, hacia la choza, donde la cocinaban con leña, durante ocho horas o hasta que se evapore el agua y obtener la sal blanca. La moldeaban (en forma de pequeñas pelotas blancas) y las envolvían en paja que acumulaban del páramo, para proteger el producto y evitar que se contamine. López dice que este procedimiento puede ser simplificado en la actualidad, con nuevas técnicas. “Con esto podremos mantener esta tradición ancestral. Los jóvenes no queremos que se pierda”.

Uso medicinal

Las minas de sal le dieron el nombre a Salinas de Guaranda, que fue la tierra de los Tomabela, un pueblo indígena de gran importancia en la Sierra centro.
La sal andina, conocida como ‘oro blanco’, era distribuida casi en todo Ecuador, pero la industrialización y los bajos precios en el mercado perjudicó a esa producción ancestral.

Según Gabriel López, aún se la utiliza como remedio y condimento. “Con esta se curaba el asma y algunas enfermedades respiratorias. También se usa para la cocción de alimentos”. (CM)

Las minas de sal que están muy cerca de Salinas de Guaranda, en Bolívar, se han convertido en un punto de visita de los turistas que llegan hasta el lugar para conocer cómo los pobladores, hace 40 años, obtenían el producto de manera artesanal.

La actividad de sacar la sal se está perdiendo. Hay pocas personas que siguen con esta tradición, entre ellas María Toalombo, de 88 años. Al parecer los hijos siguen sus pasos, cuenta Gabriel López, quien junto con otros jóvenes, agrupados en la Asociación Cultural Kachiwasi, quieren recuperar esa costumbre, “que es ancestral”.

De acuerdo con el relato de López, la mujer acude a las minas que están muy cerca del centro poblado, y se toma el tiempo necesario para hacer todo el proceso de forma manual.

Conocimiento

López menciona que los jóvenes interesados en rescatar la labor de sacar sal de las minas, conocen todo el procedimiento que años atrás llevaban a cabo “las mujeres andinas”. A ellas les tomaba seis horas acumular el agua salada que brota de las vertientes, hacerla correr por encima de la roca, y recogerla en las chacras (pozos de agua) que se encuentran más abajo. El líquido vital que se concentraba en la chacra era nuevamente acopiada y regada, hasta volverla a llenar. La operación la repetían las veces necesarias, hasta conseguir un líquido salado. La manera de comprobar la salinidad adecuada era cuando flotaba el huevo que colocaban en el agua.

El Dato
La sal andina, como se la conoce, se vende a 2 dólares la libra. Después de saber que la sal estaba concentrada en la chacra, llevaban el agua salada en un pondo de barro, hacia la choza, donde la cocinaban con leña, durante ocho horas o hasta que se evapore el agua y obtener la sal blanca. La moldeaban (en forma de pequeñas pelotas blancas) y las envolvían en paja que acumulaban del páramo, para proteger el producto y evitar que se contamine. López dice que este procedimiento puede ser simplificado en la actualidad, con nuevas técnicas. “Con esto podremos mantener esta tradición ancestral. Los jóvenes no queremos que se pierda”.

Uso medicinal

Las minas de sal le dieron el nombre a Salinas de Guaranda, que fue la tierra de los Tomabela, un pueblo indígena de gran importancia en la Sierra centro.
La sal andina, conocida como ‘oro blanco’, era distribuida casi en todo Ecuador, pero la industrialización y los bajos precios en el mercado perjudicó a esa producción ancestral.

Según Gabriel López, aún se la utiliza como remedio y condimento. “Con esta se curaba el asma y algunas enfermedades respiratorias. También se usa para la cocción de alimentos”. (CM)

Las minas de sal que están muy cerca de Salinas de Guaranda, en Bolívar, se han convertido en un punto de visita de los turistas que llegan hasta el lugar para conocer cómo los pobladores, hace 40 años, obtenían el producto de manera artesanal.

La actividad de sacar la sal se está perdiendo. Hay pocas personas que siguen con esta tradición, entre ellas María Toalombo, de 88 años. Al parecer los hijos siguen sus pasos, cuenta Gabriel López, quien junto con otros jóvenes, agrupados en la Asociación Cultural Kachiwasi, quieren recuperar esa costumbre, “que es ancestral”.

De acuerdo con el relato de López, la mujer acude a las minas que están muy cerca del centro poblado, y se toma el tiempo necesario para hacer todo el proceso de forma manual.

Conocimiento

López menciona que los jóvenes interesados en rescatar la labor de sacar sal de las minas, conocen todo el procedimiento que años atrás llevaban a cabo “las mujeres andinas”. A ellas les tomaba seis horas acumular el agua salada que brota de las vertientes, hacerla correr por encima de la roca, y recogerla en las chacras (pozos de agua) que se encuentran más abajo. El líquido vital que se concentraba en la chacra era nuevamente acopiada y regada, hasta volverla a llenar. La operación la repetían las veces necesarias, hasta conseguir un líquido salado. La manera de comprobar la salinidad adecuada era cuando flotaba el huevo que colocaban en el agua.

El Dato
La sal andina, como se la conoce, se vende a 2 dólares la libra. Después de saber que la sal estaba concentrada en la chacra, llevaban el agua salada en un pondo de barro, hacia la choza, donde la cocinaban con leña, durante ocho horas o hasta que se evapore el agua y obtener la sal blanca. La moldeaban (en forma de pequeñas pelotas blancas) y las envolvían en paja que acumulaban del páramo, para proteger el producto y evitar que se contamine. López dice que este procedimiento puede ser simplificado en la actualidad, con nuevas técnicas. “Con esto podremos mantener esta tradición ancestral. Los jóvenes no queremos que se pierda”.

Uso medicinal

Las minas de sal le dieron el nombre a Salinas de Guaranda, que fue la tierra de los Tomabela, un pueblo indígena de gran importancia en la Sierra centro.
La sal andina, conocida como ‘oro blanco’, era distribuida casi en todo Ecuador, pero la industrialización y los bajos precios en el mercado perjudicó a esa producción ancestral.

Según Gabriel López, aún se la utiliza como remedio y condimento. “Con esta se curaba el asma y algunas enfermedades respiratorias. También se usa para la cocción de alimentos”. (CM)

Reconocimiento de los flujos salinos

La elaboración de la sal comenzaba con la identificación de los flujos de agua salina. En el pasado existían tres: el Huarmi-candu (flujo femenino), el Cari-candu (flujo masculino) y el Chaupi-candu (flujo medio).

En la actualidad solo están habilitados el Cari y el Chaupi candu. El Huarmi-candu se secó, después de que un hacendado abriera una acequia para obtener mayor cantidad de agua e incrementar la producción.

Reconocimiento de los flujos salinos

La elaboración de la sal comenzaba con la identificación de los flujos de agua salina. En el pasado existían tres: el Huarmi-candu (flujo femenino), el Cari-candu (flujo masculino) y el Chaupi-candu (flujo medio).

En la actualidad solo están habilitados el Cari y el Chaupi candu. El Huarmi-candu se secó, después de que un hacendado abriera una acequia para obtener mayor cantidad de agua e incrementar la producción.

Reconocimiento de los flujos salinos

La elaboración de la sal comenzaba con la identificación de los flujos de agua salina. En el pasado existían tres: el Huarmi-candu (flujo femenino), el Cari-candu (flujo masculino) y el Chaupi-candu (flujo medio).

En la actualidad solo están habilitados el Cari y el Chaupi candu. El Huarmi-candu se secó, después de que un hacendado abriera una acequia para obtener mayor cantidad de agua e incrementar la producción.

Reconocimiento de los flujos salinos

La elaboración de la sal comenzaba con la identificación de los flujos de agua salina. En el pasado existían tres: el Huarmi-candu (flujo femenino), el Cari-candu (flujo masculino) y el Chaupi-candu (flujo medio).

En la actualidad solo están habilitados el Cari y el Chaupi candu. El Huarmi-candu se secó, después de que un hacendado abriera una acequia para obtener mayor cantidad de agua e incrementar la producción.