Sube y baja

El ambiente que se percibe, luego del caos, es de incertidumbre ya que no hay señales de que el 2020 sea un año para salir de la recesión económica. Las dudas carcomen las esperanzas, por lo que nadie tiene la certeza de qué nos depara el futuro a los ecuatorianos, encontrándonos con escenarios impredecibles y turbulentos que hacen que algunas cosas suban, y otras bajen.

Sube la tasa de desempleo, ya que el principal empleador, que es el Estado, seguirá en su programa agresivo de reducción de la carga laboral estatal. A esto se suma que no hay alentadores indicadores de que el sector privado se reactive, lo que implica que tampoco abrirá relevantes plazas de trabajo.

Baja la credibilidad del Gobierno y de la Conaie, puesto que ninguno de los dos actores estuvo a la altura para negociar una salida adecuada a la crisis. El Gobierno no demostró tener un plan “B”, puesto que hasta ahora no puede emitir el nuevo decreto que reemplace al 883, a pesar que se vence el plazo para presentar la proforma presupuestaria 2020. La Conaie abusa de su posición privilegiada temporal y solo emite demandas, algunas de las cuales son desproporcionadas y desatinadas, sin que se presente una propuesta técnica y coherente a la realidad del País.

Baja la tensión en la sociedad ecuatoriana, pero no vuelve la tranquilidad absoluta ya que aún hay serios conatos de que las protestas podrían continuar, tal como lo propone el FUT para presentar su reclamo ante la reforma laboral.

Sube el miedo al saber que nos hacemos un Estado recaudatorio y no incentivador de la empresa.

Y, sube el temor a que regrese el fantasma de la migración, de la desagregación familiar, de la aventura a lo desconocido, puesto que no se ven señales que Ecuador tendrá días mejores para todos.

[email protected]

El ambiente que se percibe, luego del caos, es de incertidumbre ya que no hay señales de que el 2020 sea un año para salir de la recesión económica. Las dudas carcomen las esperanzas, por lo que nadie tiene la certeza de qué nos depara el futuro a los ecuatorianos, encontrándonos con escenarios impredecibles y turbulentos que hacen que algunas cosas suban, y otras bajen.

Sube la tasa de desempleo, ya que el principal empleador, que es el Estado, seguirá en su programa agresivo de reducción de la carga laboral estatal. A esto se suma que no hay alentadores indicadores de que el sector privado se reactive, lo que implica que tampoco abrirá relevantes plazas de trabajo.

Baja la credibilidad del Gobierno y de la Conaie, puesto que ninguno de los dos actores estuvo a la altura para negociar una salida adecuada a la crisis. El Gobierno no demostró tener un plan “B”, puesto que hasta ahora no puede emitir el nuevo decreto que reemplace al 883, a pesar que se vence el plazo para presentar la proforma presupuestaria 2020. La Conaie abusa de su posición privilegiada temporal y solo emite demandas, algunas de las cuales son desproporcionadas y desatinadas, sin que se presente una propuesta técnica y coherente a la realidad del País.

Baja la tensión en la sociedad ecuatoriana, pero no vuelve la tranquilidad absoluta ya que aún hay serios conatos de que las protestas podrían continuar, tal como lo propone el FUT para presentar su reclamo ante la reforma laboral.

Sube el miedo al saber que nos hacemos un Estado recaudatorio y no incentivador de la empresa.

Y, sube el temor a que regrese el fantasma de la migración, de la desagregación familiar, de la aventura a lo desconocido, puesto que no se ven señales que Ecuador tendrá días mejores para todos.

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El ambiente que se percibe, luego del caos, es de incertidumbre ya que no hay señales de que el 2020 sea un año para salir de la recesión económica. Las dudas carcomen las esperanzas, por lo que nadie tiene la certeza de qué nos depara el futuro a los ecuatorianos, encontrándonos con escenarios impredecibles y turbulentos que hacen que algunas cosas suban, y otras bajen.

Sube la tasa de desempleo, ya que el principal empleador, que es el Estado, seguirá en su programa agresivo de reducción de la carga laboral estatal. A esto se suma que no hay alentadores indicadores de que el sector privado se reactive, lo que implica que tampoco abrirá relevantes plazas de trabajo.

Baja la credibilidad del Gobierno y de la Conaie, puesto que ninguno de los dos actores estuvo a la altura para negociar una salida adecuada a la crisis. El Gobierno no demostró tener un plan “B”, puesto que hasta ahora no puede emitir el nuevo decreto que reemplace al 883, a pesar que se vence el plazo para presentar la proforma presupuestaria 2020. La Conaie abusa de su posición privilegiada temporal y solo emite demandas, algunas de las cuales son desproporcionadas y desatinadas, sin que se presente una propuesta técnica y coherente a la realidad del País.

Baja la tensión en la sociedad ecuatoriana, pero no vuelve la tranquilidad absoluta ya que aún hay serios conatos de que las protestas podrían continuar, tal como lo propone el FUT para presentar su reclamo ante la reforma laboral.

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Y, sube el temor a que regrese el fantasma de la migración, de la desagregación familiar, de la aventura a lo desconocido, puesto que no se ven señales que Ecuador tendrá días mejores para todos.

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Sube la tasa de desempleo, ya que el principal empleador, que es el Estado, seguirá en su programa agresivo de reducción de la carga laboral estatal. A esto se suma que no hay alentadores indicadores de que el sector privado se reactive, lo que implica que tampoco abrirá relevantes plazas de trabajo.

Baja la credibilidad del Gobierno y de la Conaie, puesto que ninguno de los dos actores estuvo a la altura para negociar una salida adecuada a la crisis. El Gobierno no demostró tener un plan “B”, puesto que hasta ahora no puede emitir el nuevo decreto que reemplace al 883, a pesar que se vence el plazo para presentar la proforma presupuestaria 2020. La Conaie abusa de su posición privilegiada temporal y solo emite demandas, algunas de las cuales son desproporcionadas y desatinadas, sin que se presente una propuesta técnica y coherente a la realidad del País.

Baja la tensión en la sociedad ecuatoriana, pero no vuelve la tranquilidad absoluta ya que aún hay serios conatos de que las protestas podrían continuar, tal como lo propone el FUT para presentar su reclamo ante la reforma laboral.

Sube el miedo al saber que nos hacemos un Estado recaudatorio y no incentivador de la empresa.

Y, sube el temor a que regrese el fantasma de la migración, de la desagregación familiar, de la aventura a lo desconocido, puesto que no se ven señales que Ecuador tendrá días mejores para todos.

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